El amor romántico es un invento de un grupo de poetas. Es , desde luego, un invento que cambió la historia de la humanidad. Con el amor la mujer toma otra posición: de débil y dominada pasa a fuerte y dominadora. El amor hace líder a la mujer. Antes de este invento el gran sentimiento que domina a los hombres es la pasión, así lo vemos entre David y Betsabé y entre Paris y Elena. Claro que la gente se casaba por la perpetuación de la especie , por razones económicas o religiosas o por los apremios de la carne. De suyo Betsabé estaba casada con otro tal como se encontraba Elena , la mujer más linda del mundo conocido. Despúes de este invento el matrimonio se volvió el custodio del amor. Y siglos después se vino se llegó a un descubrimiento un tanto asombroso: el matrimonio es la única institución que logra que el amor  resucite no una sino muchas veces, es en sí el territorio donde el amor puede encontrar la eternidad. Las mujeres contemporáneas ya no aceptan como camino de liberación el amor. No encuentran afortunado depender de otro para lograr su plena libertad. Descreen un poco del amor. Tanto las mujeres como los hombres de esta época no creen en el matrimonio como custodio de nada y mucho menos en la posibilidad de la resurrección del amor. Esto nos va situando ante una nueva era que deviene en creer más en la pasión, en el deseo exacerbado de poseer a alguien, que en refinamientos del espíritu y de la vida misma. Hay que agregar : el matrimonio , como dice García Márquez con lucidez, no es asunto de felicidad sino de estabilidad. Al no creer en él se corre el riesgo de caer en la degradación de una relación tras otra y otra, sin más trascendencia que satisfacer urgencias. Esta ruta invariablemente nos lleva a una pérdida de la dignidad. Esto está ocurriendo con una frecuencia reveladora. Claro está que el riego son los hijos. La mujer que decide tener un hijo sin pareja y solo por su voluntad obra con egoísmo, pensando en ella. A esas mujeres les  convendría leer mitología grecolatina y a Freud. El final de su historia no será afortunado. Las profecías dignas de crédito son las del pasado, las del futuro son sospechosas. Lo que se puede decir es que estamos ante una nueva era.