Los setenta fueron años insípidos. Después de los sesenta, una de las dos grandes décadas del siglo XX, los años setenta parecen pálidos. En los ochenta empezaron a correr aires de libertad por el mundo y en el último año de esta década cayó el ominoso Muro de Berlín. Pero he aquí, que en los setenta se dio una dupla especial de gobernantes que, quizás por sus conflictos, transformaron Mérida. En esta década se pavimentó el sur de la ciudad, trabajo histórico que hay reconocerle con gratitud a don Víctor Cervera Pacheco. Era gobernador Carlos Loret de Mola y por ese tiempo se hizo Villa Magna planteando la frontera del sur. Cierto, la Dolores Otero se constituyó desde principios de siglo, pero Los Cocos establecieron la conectividad. El Circuito Colonias y el periférico son de esa época. La ciudad extendió sus horizontes: en esa década se anexó Chuburná y se empezó a construir la Colonia Campestre. Estos dos sucesos marcaron la historia de las próximas décadas en el norte de la ciudad. El crecimiento de Mérida se ha sostenido, en mucho, en lo que ocurrió en esa década. Ha hecho falta esfuerzos estratégicos para remontar los problemas que padece esta ciudad que crece peligrosamente.