En la segunda mitad del siglo XIX, tras las separaciones, la República de México vio con desconfianza a Yucatán y a los yucatecos. A estos resquemores contribuyeron dos yucatecos ilustres: Lorenzo de Zavala y Justo Sierra O`Reilly. Don Lorenzo de Zavala fue un liberal distinguido que formó parte del histórico grupo de Los Sanjuanistas y fue fundador del periodismo en Yucatán, representó al Estado ante España y se distinguió por su lucidez. Posteriormente formó parte de la Junta Constituyente y del primer Congreso Nacional. Fue nombrado gobernador del Estado de México y posteriormente ministro de Hacienda. Tras representar a México ante Francia finca su residencia en Texas y se une a las tentativas separatistas de los texanos. Esto fue visto como una ominosa traición a la Patria. Don Lorenzo llegó más lejos y fue vicepresidente de la República de Texas siendo presidente Samuel Houston. Su conducta fue vista por muchos como la de Santana, digna de desprecio. Otro hombre de genio excepcional, Don Justo Sierra O`Reilly, fundador de la novela histórica en México, autor del primer Código Civil de la República y padre de la literatura en Yucatán, fue a vender el Estado a los norteamericanos durante la guerra del 47. Azotaba la guerra de castas en Yucatán y la intervención norteamericana a México daba una oportunidad de unirse al país vecino y librarse de la conduerma de los indios a los que tanto aborrecía Sierra. Don Justo se libró de quedar en el mismo lugar que Santana porque lo gringos no nos compraron: les interesaban las tierras del norte, más de la mitad del territorio nacional. Quedó pues para la historia la conducta de estos hombres que no se veían como parte de México y que concebían a Yucatán como una Patria en sí misma.