UNA ELECCIÓN : ESPERANZA Y AMENAZA

 

Por: Gonzalo Navarrete Muñoz.

Estos días he acudido a las librerías de la ciudad-pocas como son- en busca de lecturas. Mis inquisiciones no fueron tan infructuosa: encontré los dos tomos de Historia de la Novela de don Marcelino Menéndez y Pelayo y el libro Estrella de dos Puntos sobre el distanciamiento entre Octavio Paz y Carlos Fuentes, abundante en chismes , unos deliciosos y otros no tanto; dicho esto  me corrijo y  pienso en lo que dijo don Julio Scherer García “¿ Chismes? Visto así la novela Romeo y Julieta son puros chismes”. También he leído un magnifico ensayo: La Reelección de los Alcaldes, editado por la Universidad Pontificia Javeriana de Colombia y de varios autores. La dictadura porfiriana y su consecuencia la Revolución crearon en unas generaciones cierta aversión por las reelecciones. Sin embargo pueden resultar muy sanas para la salud de los pueblos. Las virtudes de la reelección de los alcaldes, dice el ensayo, está  el fortalecimiento de la democracia, el mantenimiento de la gobernanza en la ciudad y el continuidad de los programas. Un político que quiera ser reelegido en una sociedad democrática tendrá que esforzarse día a día para lograrlo. Y la única forma de establecer en una comunidad  la democracia es con gobernanza, esto es: la toma de decisiones en un acuerdo permanente entre la ciudadanía y sus autoridades. Desde luego que tiene grandes inconvenientes: la utilización de los recursos con fines electoreros y su hermana  la corrupción explicita, así como la infección de vicios perniciosos. Pero en una sociedad abierta y demócrata las elecciones son el gran correctivo para estas deformaciones. Verdad es que Jaques Chirac fue casi veinte años alcalde de París y más de diez presidente de Francia. Y también se puede mencionar el tiempo en que ocupó  un escaño en la Camara de los Comunes Winston Churchill o Ted Kennedy y Tip Oneill  en los Estados Unidos  Sin embargo, ya no solo en América Latina, sino en otras partes del mundo, el desencanto aparece como el candidato que no oculto en la boleta de las elecciones. El votante quiere encontrar a  este contendiente  en otra alternativa. Y, a menudo, el votante no tiene memoria, ni sentimientos,, y se necesita dejarse seducir por extravagantes ofertas. Nunca se debe olvidar que el político  que mucho ofrece el mal propone.  Por esto todos los votantes tienen que tener presente que una elección es una esperanza pero que también es una amenaza de que las cosas pueden ir peor. Lo están sufriendo muchos países en el mundo. En Mérida ya tenemos esa dolorosa experiencia y ahora la sufre todo el país. De ahí es que nunca hay que dejar de ver las dos caras de una elección: la esperanza y la  amenaza.