SUBGÉNEROS DE LA POESÍA PROVENZAL
Repasar los subgéneros de la poesía provenzal nos permite ciertas elucidaciones:
Cansó: Es la poesía amorosa de refinada expresión. A esta corresponde la poesía de la trova yucateca. Un caso revelador: no se reconocen dentro de la tradición trovadoresca yucateca, no aparece en los cancioneros y ni en las antologías, la canción de Ricardo “El Vate López Méndez”, “Vendo Placer”, con música de Manuel Esperón. La canción es el tema de la legendaria película de Arcady Boytler “La Mujer del Puerto” (1933) protagonizada por Andrea Palma:
Vendo placer,
A los hombres que vienen del mar
Si se marchan al amanecer
Para que yo he de amar
Puerto hay en ti, la caricia extranjera y fugaz
Y es mi beso ficción que vendí
Un momento no mas
Faro de luz, que en mi noche de amor
Formo una cruz, con el mismo dolor
Vendo placer,
A los hombres que vienen del mar
Si se marchan al amanecer
Para que me de amor la espinita
Esta letra está cerca de los cantos de Agustín Lara a las mujeres consagradas al amor más o menos mercenario y lejos de lo que se ha querido conservar de la trova yucateca. El reproche airado, la ofensa, las insinuaciones maliciosas o las francas amenazas fatales no aparecen con frecuencia en la poesía trovadoresca yucateca. Paul Ricceur dice: “El discurso del amor es, en primer lugar, un discurso de alabanza. En la alabanza, el hombre se regocija a la vista de su objeto que reina por encima de todos los demás. En esta fórmula abreviada, los tres componentes –regocijarse, ver, poner en los más alto-son igualmente importantes” (*)
(*) Ricceur Paul, “Amor y Justicia”, pág.18, Siglo XXI Editores, 2009.
Sirventés: es un poema que, con diferentes formas, aparece en distintas épocas y en distintos pueblos. Se trata de un poema satírico de ataque personal o de crítica moral. Estos versos son frecuentes en la poesía popular pero que no se desarrollaron en la trova yucateca. Fue precisamente Cirilo Baqueiro García-Rejón quien compuso una guaracha para unos versos de su autoría en el año de 1912:
LAS MUJERES QUE SE PINTAN
Las mujeres que se pintan,
Tienen, como van a ver,
Parecido con las casas
Que se dan en alquiler.
Las muchachas que se pintan
Desde que a la escuela van
Y no saben de costura
Ni entienden de cocinar,
Son esas casitas nuevas
Que nadie quiere ocupar,
Pues por la parte de adentro
No acabaron de techar.
Las solteras que se pintan
Para poder conquistar
Y pintadas y compuestas
Todo el santo día están,
Son esas casas bonitas
Que nadie quiere ocupar
Por miedo a los alquileres
Que les van a hacer pagar.
Las casadas que se pintan
Y salen luego a pasear,
Sin pensar que la casada
En su casa debe estar,
Son como casada ocupada
En la puerta de la cual
Hay un letrero que dice:
“Tengo un cuarto pa´alquilar”.
Y la viuda que se pinta
Con la idea de reemplazar
El pobrecito marido
Que ya en mejor vida está,
Es la casa abandonada
Que nadie quiere ocupar
Por temor a los espantos
Que en ella puede encontrar.
Las jamonas que se pintan
Para poder conquistar
Y en afeites y pinturas
Gastan todo un capital,
Son esas casas antiguas
Que ya nadie quiere ocupar
Porque llenas de goteras
Por todos lados están.
Y las viejas que se pintan
Las arrugas sin pensar
En que llenas de pintura
Más ridículas están,
Son esas casas de adobe
Que ya cayéndose están
Por más que sus dueños digan
Que se pueden ocupar.
En estos simpáticos versos, hijos de su tiempo, hay una crítica moral, de corte conservador, pero muy definida. Este estilo de poema es más propio del Romanticismo que del Modernismo, quizás por eso ya en los años veintes no tuvieron mayor presencia; el amor galante, la ciudad y las leyendas eran los temas de interés. La crítica moral no aparece, quizás esta omisión niega uno de los poderes de la poesía: la crítica.
Pastorela: es un verso que aparecerá con mucha frecuencia: el amor de un caballero con una pastora o en su caso amores campiranos. Extraña que este tipo de verso no haya existido en la trova yucateca. Durante las primeras décadas del siglo XX Yucatán estaba fuertemente vinculado al campo: la actividad henequenera polarizaba muchos esfuerzos. Más aun, las haciendas a finales del siglo XIX se transformaron y vivieron días de gran intensidad. Sin embargo nada de eso se refleja en el amor galante de la trova yucateca. En cambio es común encontrar alusiones a enamoramientos en las playas, emplazamientos de verano y, desde luego, apropiados también para el amor. Ejemplo: Playas de Telchac (1921) de Ermilo Padrón López:
Cuando en la playa pienso en tu amor
Parece que las olas van diciendo:
No pienses en esa mujer
Que ya no te sigue queriendo.
Parece que van diciendo:
No pienses en esa mujer.
Pero yo les digo que nunca podré olvidarte;
Que en ti mi dicha cifrada por siempre está.
Que yo te quiero, que yo te adoro,
Y que pueda que algún día me has de amar.
Planh : es un verso que es un lamento por una persona o una desgracia. Es una elegía . Composición poética del género lírico, en que se lamenta la muerte de una persona o cualquier otro caso o acontecimiento digno de ser llorado, y la cual en español se escribe generalmente en tercetos o en verso libre. Entre los griegos y latinos, se componía de hexámetros y pentámetros,
No siendo frecuente en la lírica trovadoresca yucateca comentamos algunos casos: Flor (1926) con letra de Juan Pérez Bonalde y Diego Córdoba y música de Guty Cárdenas.
FLOR
Flor se llamaba, flor era ella,
Flor de los montes en una palma,
Flor de los cielos en una estrella,
Flor de mi vida, flor de mi alma
Murió de pronto mi flor querida,
Erré el sendero, perdí la calma,
Y para siempre quedó mi vida
Sin una estrella, sin una palma.
Juan Pérez Bonalde (1846-1892) es un poeta venezolano exponente claro del Romanticismo y precursor del Modernismo. El escribió el poema Flor que dio lugar al musicalizado por Guty Cárdenas. Las tentativas modernistas del poeta se pueden apreciar en el poema Flor:
FLOR
Flor se llamaba, flor era ella,
flor de los valles en una palma,
flor de los cielos en una estrella,
flor de mi vida, flor de mi alma.
Era más suave que blanda arena,
era más pura que albor de luna,
y más amante que una paloma,
y más querida que la fortuna.
Eran sus ojos luz de mi idea,
su frente lecho de mis amores,
sus besos eran dulzura hiblea,
y sus abrazos collar de flores.
Era al dormirse tarde serena,
al despertarse rayo del alba,
cuando lloraba limbo de pena,
cuando reía cielo que salva.
La de los héroes ansiada palma,
de los que sufren el bien no visto,
la gloria misma que sueña el alma
de los que esperan en Jesucristo;
Era a mis ojos condena odiosa
si comparada con la alegría,
de ser el vaso de aquella rosa,
de ser el padre de la hija mía.
Cuando en la tarde tornaba al nido
de mis amores, cansado y triste,
con el inquieto cerebro herido
por esta duda de cuanto existe.
Su madre tierna me recibía
con ella en brazos –yo la besaba…
y entonces … todo lo comprendía
y al Dios sentido todo lo fiaba!…
¿Qué el mal existe? — ¡Delirio craso!
¿Qué hay hechos ruines? — ¡Error profundo!
¿No estaba en ella mirando acaso
la ley suprema que rige al mundo?
¡Ah! cómo ciega la dicha al hombre,
cómo se olvida que es rey el duelo,
que hay desventuras sin fin ni nombre
que hacen los puños alzar al cielo.
¡Señor! ¿existes? ¿Es cierto que eres
consuelo y premio de los que gimen,
que en tu justicia tan sólo hieres
al seno impuro y al torvo crimen?.
Responde, entonces: ¿por qué la heriste?
¿cuál fue la mancha de su inocencia,
cuál fue la culpa de su alma triste?
¡Señor, respóndeme en la conciencia!
Alta la lleva siempre y abierta,
que en ella nada negro se esconde;
la mano firme llevo a su puerta,
inquiero … y nada, nada responde.
Sólo del alma sale un gemido
de angustia y rabia, y el pecho, en tanto
por mano oculta de muerte herido
se baña en sangre, se ahoga en llanto.
Y en torno sigue la impía calma
de este misterio que llaman vida,
y en tierra yace la flor de mi alma,
y al lado suyo mi fe vencida.
¡Allí está! Blanca, blanca
como la nieve virgen que el potente
viento del Norte de la cumbre arranca;
como el lirio que troncha mano impía
orillas de la fuente
que en reflejar su albura se engreía.
¡Allí está! … La suave
primavera pasó; pasó el verano
y la estación poética en que el ave
y las hojas se van; retornó el cano,
pálido invierno con su alegre arreo
de fiesta y de niños, y aún la veo
y la veré por siempre …¡Allí está!… fría
entre rosas tendida, como ella
blancas y puras y en botón cortadas
al despertar el día.
¡Ay! En la hora aquella,
¿dónde estaban las hadas
protectoras del niño?,
que no vinieron con la clara estrella
de su vara de armiño
a tocar en la frente a la hija mía,
a devolver la luz a aquellos ojos,
y a arrancar de mi pecho los abrojos
de esta inmensa agonía,
de este dolor eterno, de esta angustia
infinita, fatal, inmensurable,
de este mal implacable
que deja el alma mustia
para siempre jamás – que nada alcanza
a mitigar en este mundo incierto.
¡Nada! Ni la esperanza
ni la fe del creyente
en la ribera nueva,
en el divino puerto
donde la barca que las almas lleva
habrá de anclar un día;
ni el bálsamo clemente
de la grave, inmortal filosofía;
ni tú misma divina Poesía
que esta arpa de las lágrimas me entregas
para entonar el salmo de mi duelo…
Tú misma, no, no llegas
A calmar mi dolor…
¡Ábrase el cielo!
¡desgájese la gloria en rayos de oro
sobre mi frente … y desdeñosa, altiva
de su mal sin consuelo
al celestial tesoro
el alma mía cerrará su puerta:
que ni aquí, ni allá arriba
en la región abierta
de la infinita bóveda estrellada,
nada hay más grande, nada!
Más grande que el amor de mi hija viva,
Más grande que el dolor de mi hija muerta
Pérez Bonalde contrajo matrimonio con una norteamericana, Amanda Schoonmaker, con quien tendría una hija, Flor. El matrimonio no fue venturoso y adicionalmente la hija murió. A ella consagra Pérez Bonalde este poema que está en carne viva. Cuenta una leyenda trovadoresca meridana que se adaptaron estos versos a un drama que vivía Guty Cárdenas: el rechazo de doña Flor Manzanilla. La versión yucateca es también un canto de lamento pero que carece de cierta fuerza y no alude a la muerte sino algo parecido: los amores desdichados. Edgar Allan Poe dijo que no había nada más melancólico que la muerte de una mujer joven. Quizás si haya algo más triste, la muerte de un niño o una niña. En 1923 se hizo canción un poema de Luis Rosado Vega: Flores de Mayo, con música del gran Ricardo Palmerín:
Flores de mayo pidió la niña
Para ofrecerlas ante el altar,
Iba vestida toda de blanco,
De lino blanco como el azahar.
Flores de mayo llevó la niña
Que cortó a punto de amanecer,
Flores cuajadas aún de rocío
Y que a la Virgen le fue a ofrecer
Yo quiero flores, flores de mayo,
Dijo la niña cuando enfermó
Y entre esas flores pusieron luego
Su lindo cuerpo cuando murió.
Por eso tiene la Flor de Mayo
Tan suave aroma, tan suave olor,
Y es porque el alma de aquella niña
Quedó volando de flor en flor.
El mismo Rosado Vega , en consorcio con Ricardo Palmerín, creo El Crucifijo en 1923:
Qué mustia estaba su frente,
Qué pálido su semblante
Y qué trabajosamente
Pudo hablarme en ese instante.
Cuando yo muera, me dijo,
Cubre de flores mi lecho
Y pon aquel crucifijo
De marfil sobre mi pecho.
Desde eso vivo llorando
En la sombra en que me pierdo,
Como huérfano, llevando
A cuestas aquel recuerdo.
Y aunque la pena resisto,
Voy por mi ruta desierta
Con mi dolor y aquel Cristo
Y aquellas flores ya muertas.
Otro caso notable en más de un sentido es el poema “Corazón Baldío” de José Antonio Ceballos Rivas:
Por qué soltar mi corazón si está prendido
A tu recuerdo, y mi razón a tu vestido,
Si vibran frescos aún tus besos en mi alma
Y sigue intacto tu sabor en mis sentidos.
Me ven callado y creen que soy todo de olvido,
Como si hubiera de reir para estar vivo,
Como si hubiera de lanzarme a una aventura
A fin de hallar dónde arrumbar mi ayer.
A ratos, sin hablar, sin escuchar a nadie ,
Me siento a ver pasar la vida por mi calle,
A recorrer contigo aquel ayer y tantas cosas,
Aunque ninguno sea capaz de oler tus rosas
Se me olvida rezar, sin darme cuenta se hace tarde,
La soledad no está esperándome en ninguna parte;
Donde esté y como sea , voy a estar contigo,
Pues tengo lleno el corazón que ven baldío.
La gente piensa que debo hallar otra pareja,
Como si cama en sociedad fuera la meta.
Qué caso tiene explicarle a tanta gente
Que aun me llenas, con tu amor, desde tu ausencia.
¿Qué cosa de mi andar podría yo contarte?
Si sabes que de amar, amor, siempre he de amarte
Donde esté y como sea, voy a estar contigo,
Pues tengo lleno el corazón que ven baldío.
Es un canto a la amada asunte. Es la proclamación del amor después de la muerte o la ausencia definitiva. Otro detalle destacado: hay melancolía pero no dolor. La memoria es el hermoso espacio para revivir el amor que se ha ido. Habría que decir más: hay un lugar en los hombres para sentir la presencia del amor aun cuando esté ausente. Quevedo nos plantea la idea muy clara: el amor es inmune a la murete. Con el último verso de de “Amor constante más allá de la muerte”: “Polvo serán, más polvo enamorados”, se satisface una de las angustias de los amantes: la irreversible temporalidad. Llama la atención la infrecuencia de este tema en toda la poesía trovadoresca de Yucatán, pero en especial en la hecha en los años veintes. Tras la Primera Guerra Mundial pudo darse en occidente una unión entre Eros y Tánatos. Las sombras dinámicas de la muerte surgieron tras la guerra y estimularon el sentirse vivos en el erotismo; también se impulsó la creación de la década más hermosa del siglo XX, de ahí que la infrecuencia del amor vinculado con la muerte sea notable. Por el contrario en los poetas de Contemporáneos , de la misma generación que los poetas de la época de oro de la trova yucateca, la muerte es una presencia: Nostalgia de la Muerte, de Xavier Villaurrutia; y Muerte Sin Fin de José Gorostiza pueden ser un ejemplo.
Otro ejemplo de Planh o de Elegía de significación en más de un sentido:
EL CAMINATE DEL MAYAB
Caminante, caminante
Que vas por los caminos,
Por los viejos caminos
Del Mayab,
Que ves arder la tarde
Las alas del x takay,
Que ves brillar de noche
Los ojos del cocay.
Caminante, caminante
Que oyes el canto triste
De la paloma azul
Y el grito tembloroso
Del pájaro pujuy
Caminante, caminante
Me has de decir si viste aparecer
Como una nube blanca
Que vino y que se fue
Y si escuchaste el canto
Como voz de mujer.
Caminante, caminante…
También en mi camino
La nube blanca vi,
También escuché el canto,
Pobrecito de mi.
Caminante, caminante….
Quizás no fuera necesario destacar el poema en este apartado sino fuera por el último verso que le da un sentido a todos los signos que aparecen en las estrofas:
1-El caminante.
2-Los viejos caminos del Mayab.
3-La tarde ardiendo y las alas del pájaro x takay.
4-La noche y los ojos del cocay (luciérnaga).
5-El canto triste de la paloma azul.
6-El grito del pájaro xpuujuy.
7-La nube blanca que vino y se fue.
8-El canto de una mujer (La Llorona,La Xtabay en maya).
Todos estos símbolos cobran una dimensión triste ante el último verso: “Pobrecito de mi”. El poema se vuelve un canto de dolor, de autocompasión. Es, no cabe duda, un poema críptico que remite a la leyenda de cada uno de sus símbolos. Sin embargo Guty Cárdenas logró una música , “Evocación Maya”, sumamente triste y nostálgica, que deja la sensación de una hermosa melancolía. Se ha escrito mucho sobre la imagen que deja este poema del pueblo maya y su cultura: algo pasado, perdido. De esa ruina proviene el desconsuelo de los versos y en especial del último. Se sostiene con frecuencia que es ésta una visión deformada del pueblo maya, empero estéticamente el versoes valiosísimo. Otro caso es la canción tanto de Mediz Bolio como Guty Cárdenas “Yucalpetén”(1931):
Yukalpetén, Yukalpetén,
Todo se fue, todo acabó;
Ya se fue Chicén,
Ya se fue Zakí,
Y también Ichcansihó.
El indio llora llanto de hiel;
El indio llora, Yukalpetén;
Corre su llanto por los cenotes,
Corre su llanto y no se ve,
Porque ya vino el tiempo malo,
El tiempo negro de maltun Tzec.
Se acaba la abeja e Cuzamil,
Se fue el venado de Mutulmut;
Se fue en el viento que la deshizo
La flor quemada del xtabentún.
Luna de sangre muerde la tierra,
La santa tierra de Itzamatul,
Itzamatul , Itzamatul,
La santa tierra de Itzamatul.
Yukalpetén, Yukalpetén,
Todo se fue..todo pasó.
Los dos poemas hacen un díptico. Ambos aluden a leyendas mayas , tema propio del Romanticismo. En ambos se canta la destrucción de la cultura maya, de las antiguas ciudades, incluida Ichcanzihó, hoy Mérida. Mediz Bolio es un poeta de amplio espectro: fue romántico, fue modernista y fue vanguardista como se nos revela en “Mi Tierra es Mía”, poema imprescindible en la historia de Yucatán; sus cantos a España como a la raza maya no son menos sorprendentes. Mediz Bolio fue un hombre de gran talento que sirvió al arte no a idea alguna. Apenas si se tiene que acentuar que tanto estos dos versos como el anterior son ajenos al amor galante y solo cantan a la tristeza.
Mención especial ha de merecer el poema “En mangas de camisa”, de Fernando Espejo Méndez, musicalizado por Maricarmen Pérez:
Me siento, regresando de lo amargo
Como si fuera a repartir tus bienes…
Mas nunca me dijiste, sin embargo,
Que bienes y qué cosas, para quienes
¿Tus huellas en la arena, a quién encargo?
¿Y el patio de tu infancia..? ¿A quién le tienes
Dejado el viento y destinado el cargo
De poeta mayor? ¿Tu risa ….a quiénes?
Con mi tristeza en mangas de camisa
Solo habré de quedarme con tu pena.
Yo también, una noche de ceniza
Tendré que celebrar mi última cena
Y compartir como en la santa misa
El olor funeral de la azucena.
Se ha dicho que al conocer la muerte de su primo Alberto Cervera Espejo, que murió sin tomarlo en cuenta, Fernando se sentó y escribió este y otros sonetos consagrados con tristeza a la memoria de su pariente y amigo.
Tensó: es el debate, a menudo irónico, entre dos poetas por un tema determinado, frecuentemente amoroso. Este tipo de versos parecen no tener ninguna presencia en la trova yucateca.
Alba: es el canto de la separación de los amantes al amanecer, tras una noche de amor. No aparece en la trova yucateca . Si la consumación del amor no es tema de la poesía trovadoresca yucateca menos lo ha de ser la separación de los amantes tras la complicidad de la noche.
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