Cosimo de Medicis con 45 amanuenses en varios años solo pudo copiar 200 libros. Época esa en que los libros se hacían a mano. El la calumniada Edad de Media se inventó el concepto del amor cortés, la escuela de traductores de Toledo, la universidad y la imprenta. Tras el primer medio siglo de la aparición de la imprenta ya habían aparecido en Europa más de 10 millones de libros. A principios de los años ochentas del siglo pasado Jorge Luis Borges decía que uno de los males de nuestro tiempo era los demasiados libros. En medio de esta selva de papel impreso, a la que Yucatán no es ajena, no se imprimen libros de gran valor. Cuando era director de la biblioteca de la universidad el maestro Rodolfo Ruz Menéndez, con gran criterio, se patrocinaba la impresión de textos valiosos. Qué promotor cultural va incentivar la reimpresión de la Historia de Yucatán de don Eligio Ancona Castillo, los tomos de La Colonia de Juan Francisco Molina Solís, esa joya que es La Evolución Económica de Yucatán en el Siglo XIX de don Victor Suárez Molina o ese monumento que son los tres tomos de A Través de las Centurias del Lic. Valdes Acosta. La indiferencia frente a estos títulos es vergonzosa.