El fundador de la civilización occidental, San Pablo de Tarso, estableció con claridad la sujeción de la mujer a su pareja, que ante ella representaba a Dios mismo. El mundo Heleno no era diferente: las mujeres no votaban y por épocas eran consideradas como animales domesticados. En la tradición judeo-cristiana la mujer es la causante de la pérdida del Paraíso Terrenal , aunque en El Nuevo Testamento la mujer toma otra dimensión. Por una mujer se desata la Guerra de Troya , la augusta Ilión. Cierto, había diosas: de la sabiduría, de la guerra y del amor, ni más ni menos. Es así como ha habido una tensión permanente entre las mujeres y las sociedades. Quizás esta sea la justificación que del 13 al 16 de enero de 1917 se celebró en Yucatán el Primer Congreso Feminista , patrocinado por el Gral. Salvador Alvarado.
Este fue uno de los momentos luminosos del arbitrario gobierno del general que vino de fuera. El congreso fue el segundo en América Latina , precedido por el de Bueno Aires de 1910. Ya había habido en Europa y en Estados unidos de América pero el de Yucatán fue el primero de México . Hay que aludir a nuestra tradición maya. Los mayas tenían una visión muy particular de la mujer. Entre otras muchas muestras fulgura la María Uicab jefa y sacerdotisita de los cruzoob, los mayas rebeldes. Un grupo de mujeres brillantes coordinaron los esfuerzos: Consuelo Zavala, Isolina Pérez, Adolfina Valencia, Dominga Canto, María Luisa Flota, Beatriz Peniche, Candelaria Villanueva, Lucrecia Vadillo y Amalia Gómez de Aguilar, entre otras. Las preguntas que hicieron fueron: “1 Primer tema: ¿Cuáles son los medios sociales que deben emplearse para manumitir a la mujer del yugo de las tradiciones? Se acordó lo que sigue: “I.- En todos los centros de cultura de carácter obligatorio o espontáneo se hará conocer a la mujer la potencia y la variedad de sus facultades y la aplicación de las mismas a ocupaciones hasta ahora desempeñadas por el hombre. II.- Gestionar ante el Gobierno la modificación de la Legislación Civil vigente, otorgando a la mujer más libertad y más derechos para que pueda con esta libertad escalar la cumbre de nuevas aspiraciones.
III.- Ya es un hecho. La efectividad de la enseñanza laica. IV.- Evitar en los templos la enseñanza de las religiones a los menores de diez y ocho años, pues la niñez todo lo acepta sin examen por falta de raciocinio y de criterio propio. V.- Inculcar a la mujer elevados principios de moral, de humanidad y de solidaridad. VI.- Hacerle comprender la responsabilidad de sus actos. “El Bien por el bien mismo”. VII.- Fomentar los espectáculos de tendencias socialistas y que impulsen a la mujer hacia los ideales del libre pensamiento. VIII.- Instituir conferencias periódicas en las Escuelas, cuya finalidad sea ahuyentar de los cerebros infantiles el negro temor de un Dios vengativo e iracundo que da penas eternas semejantes a las del Talión: “diente por diente, ojo por ojo”. IX.- Que la mujer tenga una profesión, un oficio que le permita ganarse el sustento en caso necesario. X.- Que se eduque a la mujer intelectualmente para que puedan, el hombre y la mujer completarse en cualquiera dificultad y el hombre encuentre siempre en la mujer un ser igual que él”. El tema de las mujeres y su derecho a saber , presente en la “Respuesta” de Sor Juana, es protagonista aunque hoy nos parezca extraño. La noción de la igualdad es estupenda: solo en una sociedad donde hay mujeres en la plenitud de sus derechos puede haber desarrollo social, político y económico. Las alusiones a Dios , a la enseñanza religiosa y al socialismo habrán sido muy del gusto del Gral. Alvarado, a pesar de aquella frase: “El liberalismo color de rosa de Consuelo Zavala palidece junto a nuestro rojo revolucionario”. Mientras dure esta civilización habrá tentativas para sojuzgar a las mujeres por eso este congreso hay que conmemorarlo celebrando uno cada año.