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A lo largo del auge poco le interesó al yucateco incursionar en la industria cordelera, quizás por lo generoso de las ganancias que se obtenían en la fase agrícola, tampoco era del interés de los grandes compradores norteamericanos el que se fabricaran en Yucatán productos de henequén, ellos se reservaban esa parte jugosa del negocio. Hubo un famoso intento fallido: «La Industrial» fue el nombre de la primera cordelería que se estableció en Yucatán y que contaba entre sus socios y dirigentes a don Olegario Molina, a pesar de su maquinaria moderna e importada y de todos los esfuerzos la cordelería no funcionó, quedándose como referencia para cualquiera que quisiera iniciar una aventura industrial.

Fue, en realidad, un inmigrante sirio libanés el creador de la industria cordelera yucateca, se llamó Cabalán Macari Tayún y fue, en vida, un hombre brillante que creó, también, la ganadería en el oriente del estado y la industria azucarera en Campeche con su célebre «La Joya» a la cabeza. Cuenta la leyenda que en los tiempos de la depresión en los Estados Unidos no se vendía el henequén yucateco y las pacas amenazaban con podrirse en las bodegas, ante tal situación don Cabalán fue a ver al gobernador del estado con el cual tenía cierta amistad y le propuso que le diera henequén para manufacturar y después lo pagaría, el gobernador creyó en Macari y éste, en el zaguán de su casa, desmontando el motor de su pequeño automóvil lo utilizó para mover una improvisada máquina hiladora, naciendo así la cordelería «San Juan». Siguieron a Don Cabalán otros hombres de empresa tesoneros y trabajadores que fundaron la industria cordelera de este siglo. Famosas son las cordelerías «San Juan», «Sisal», «Modelo», «Fallmil», «La Industrial», «La Mayapán», «La Lourdes», «La Internacional», «La Uxmal»; pocos hacendados incursionaron en esta nueva etapa, los apellidos de_ los inmigrantes sirio libaneses, en cambio, son comunes en este capítulo de la historia henequenera: Macari, Jacobo, Gáber y Andrés; los nombres de yucatecos que se distinguieron en esta actividad pueden quedar representados por esta muestra: don Francisco Fáller, don Augusto Iturralde, don Juan Millet Rendón, don Pedro Ignacio Manzanilla, la familia Escalante, don Vicente Erosa Cámara, don Eduardo Casares Martínez de Arredondo, don Félix Lejune, entre otros.

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Los cordeleros, en forma cuidadosa, realizaban sus operaciones y traían dinero al estado como producto de sus exportaciones, esos recursos los distribuían pagando salarios y la fibra. Finalmente en los años sesenta el gobierno federal acordó comprar las cordelerías, a precios que satisficieron más que razonablemente a los cordeleros, y crear la paraestatal monopólica conocida como Cordemex. Compendio de todas las patologías de la empresa pública, Cordemex vivió entre números rojos y sus atenuantes, los subsidios, la acompañaron, también, los escándalos que anunciaban fraudes e ineficiencias. Sin embargo se decía que existían tres gobernadores «de facto» en Yucatán: el director de Cordemex, el gerente del Banco de Crédito Ejidal o Banco Agrario y el gobernador constitucional, ya que los dos primeros manejaban la industria henequenera del estado que era la que ocupaba a la fuerza laboral yucateca y por lo tanto tenían una gran influencia sobre la vida del estado. Después de distintos planes y estudios el gobierno del estado decide liquidar la costosa e ineficiente Cordemex. La liquidación de Cordemex: requiere una investigación histórica seria que reduzca los mitos que la envuelven y que exhiba los errores y los aciertos que conlleva. Lo cierto ha sido que un grupo de cordelerías han resultado negocios privados exitosos y que a unos años de la liquidación de Cordemex Yucatán abrió El siglo XXI con pleno empleo como se vivió al inicio del siglo cuando era necesario mantener a los trabajadores acasillados por deudas y se necesitaba importar obra de mano de otras partes de la República y del mundo, pero con la excepción de que ahora no se depende de ninguna actividad o de algún sector en especifico.

EL FUTURO DEL HENEQUÉN EN YUCATÁN

El futuro del henequén en Yucatán no parece estar tan trazado como algunos aseguran. Las fibras sintéticas, derivadas del petróleo, van a ir perdiendo mercado por dos motivos: por la urgencia de los cuidados ecológicos y por que el petróleo es un recurso no renovable; esto abre, y abrirá, posiblemente, oportunidades adicionales para los productos de henequén. Sin embargo Yucatán que fue el gran exportador de la fibra ya no tiene precios competitivos y es ahí donde está el reto: abatir los costos de producción y alentar los trabajos agrícolas que nunca van a desparecer pues como se ha dicho es un mandato del señor Zamná cuidar y producir la planta de «filosas pencas».

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