Las películas mexicanas taquilleras de los últimos tiempos tienen una protagonista: Karla Souza. Con la tez de rosa, los ojos verdes, linda hasta el delirio, graciosa, talentosa y con gran energía  la mujer encarna a la novia que todo joven, o que fue joven, quisiera tener. En adición a que dos de sus películas, Nosotros los Nobles y Que Culpa Tiene el Niño, la muestran capaz de enamorarse de hombres pobres y sencillos.  La belleza es el arma inmediata. La historia de París y Helena nos exhibe cuan trascendente puede ser la belleza: en principio es más fuerte que la sabiduría y la capacidad para el combate. Pero he aquí que la linda joven da para más. Cursó estudios en una célebre escuela de actuación de Londres. Eso se nota en su trabajo que por momentos se ve muy superior al de sus colegas y muy distinguido en la historia del cine mexicano. Cierto es que pareciera que no goza de  creatividad, pero acierta en mucho. Bajo una buena dirección podría lograr prodigios superiores a los que ha logrado. El cine es de los directores, el teatro de los actores, de ahí que llame la atención que a Karla no se le vea en obras de teatro. Es sugestivo este caso que hace una doble ofrenda: talento y belleza. Las actrices mexicanas brindan belleza pero con un talento frágil. Resultado de las telenovelas, dirán algunos. Pero nosotros no tenemos la exclusividad en estos resultados: también Hollywood se rinda a la belleza.

La historia de Karla Souza es cautivadora.  Miembro de una familia acomodada, su padre era empresario de la industria del calzado, vive de niña en los Estados Unidos donde hace su primera película. Esta fue una experiencia precoz que confirma que infancia es destino. Hay en Karla una devoción por la disciplina y una necesidad de logro notable, amabas han de provenir de su educación familiar. Así es como de niña practicó gimnasia, aunque habría que decir que se entregó a la gimnasia con una pasión que se le verá en todo lo que va hacer el resto de su vida. Karla y su familia vivieron en Europa y es por eso que la jovencita entra a estudiar a la escuela de actuación de Londres. Estudiar en esta legendaria escuela no es fácil: solo aceptan a un pequeño grupo de todos los que aplican para entrar. Algo pasó: la joven Karla perdió el habla. La experiencia debió cambiar la vida de esta mujer. Fue, qué duda cabe, el suceso más importante de su vida después de haber nacido. Cuando sé es muy joven y se está estudiando actuación la pérdida del habla debe sentirse como el fin de todo. No hablar es una manera de aislarse y  de tener que verse adentro. Todos sus compañeros pidieron que la sacaran de la escuela. No solo es la experiencia del dolor y el rechazo sino de la existencia interior, en donde se tiene que encontrar la manera de vivir. Karla pensó en quitarse la vida. Pero algo la detuvo, quizás la poesía en la que se encontró a sí misma. Finalmente el habla volvió y con ella los estudios en la afamada escuela que evoca al dramaturgo más importante de habla inglesa: William Shakespeare, el hombre que ha creado más personajes después de Dios. Una maestra le anunció: tendrás éxito, eres una mujer de valor, volviste a pesar de todo. Seguro que esta joven mujer nunca volvió a ser la misma, a pesar de que el trauma la condujo a un tiempo de destanteo tremendo. Finalmente se había cuajado una actriz dentro de esa mujer tan singularmente guapa. Nada se cuaja en el alma de los seres humanos sin dolor.

Karla Souza lee la Biblia, doble ejercicio: espiritual e intelectual. Por eso ha de saber que una de las tragedias de los hombres contemporáneos es estar atados a la idea del éxito. El éxito es como la luz de las estrellas que ya desaparecieron, no tiene sustento. Lo importante es tener dinero, prestigio, ser atractivo, aunque no haya nada sólido detrás o, peor aún, sin importar si viene de imposturas, delitos o crímenes. De ahí que el éxito sea efímero y en no pocas ocasiones padre de una tragedia. Karla que está teniendo éxito en los Estados Unidos podría tener gran trascendencia en México,  ser la dama joven más importante del cine en décadas, superando a Dolores del Río y María Félix. Estas dos divas se improvisaron en tiempos de la guerra, cuando el cine norteamericano estaba apagado y los inversionistas necesitaban productos para vender en Latinoamérica. Una acotación: Dolores del Río ya había trabajado en el cine mudo de los Estados Unidos, pero no dejó de ser una suerte de improvisación. Karla posee más  solidez: es una actriz profesional, no una cara bonita improvisada.   Difícilmente puede lograr trascendencia en los Estados Unidos, eso ya lo hemos visto en el pasado. Y ella ha de estar consciente: no deja de filmar en México donde ha conseguido sus grandes logros. Karla Souza tiene todo para ser una de las grandes actrices de la historia de México, si es que no ya lo es.