JUAN GARCIA PONCE

Un gran contento me produjo la noticia de que el Hotel Hacienda Uxmal  le daría el nombre del escritor yucateco Juan García Ponce a una de sus suites. Este encantador hotel, uno de los mejores del mundo, en el que el tiempo desaparece tiene la celebrada costumbre de darle nombres a sus suites, gesto que incita a los huéspedes a preguntarse quién es el personaje cuyo nombre los acompañará unos días. Ahora, con los buscadores de internet, es fácil obtener la información de toda clase de personajes y enriquecer la estancia de los visitantes. Pero ésta , aunque es verdadera, no es la historia que quiero contar. Es más: para entender este caso habría que pensar en lo que es Juan García Ponce (estas últimas líneas evocan un pasaje de Tajimara, el cuento de García Ponce que se llevó al cine). Hay una matriz que  ayudará a comprender a este escritor: sus orígenes y su generación, su extensa obra, su temática y su actitud frente a la vida y el dolor. Hijo de un inmigrante español , don Juan García Rodes, y de  doña Pilar Ponce G. Cantón , nombres que explican su vocación al trabajo y ésta, a su vez,  su producción de más de cincuenta títulos. En alguna ocasión García Ponce  habló con Juan Rulfo quien le dijo: “y tu escribe y escribe”, a lo que  contestó con crudeza: “si, pero no lograré hacer algo como Pedro Páramo o El Llano en llamas”. Veo  en su condición de yucateco su visión universal. Los yucatecos pudientes de principios de siglo  tenían una mirada puesta en Estados Unidos, el gran cliente del henequén, y otra en Europa, de dónde venía la moda y el estilo de vida. Una aclaración: la familia Ponce trajo un maestro cervecero de Alemania y por décadas importó materias primas de Europa, era una familia muy vinculada al exterior. García Ponce tuvo las dos miradas muy bien  despejadas. La década de los sesenta fue de transgresión . Después de la segunda guerra mundial y sus horrores  los jóvenes propiciaron un cambio.  Esta aproximación es insuficiente. Los hermanos García Ponce, Juan y Fernando, fueron trasgresores emblemáticos, uno como escritor  y otro como pintor. Emanuel Carvallo dijo de García Ponce : “Fue el director espiritual de su generación” , y fue más , fue un elíxir superior para la inteligencia. Si solo usamos un porcentaje mínimo del cerebro el que lo usa un poco más es un genio, pero para dar es pequeño e inmenso avance se requiere la audacia de pensar. Juan García Ponce era un audaz que no respetaba límites. Se decía que aires encontrados se enfrentaban en su cabeza, sentencia que confirma su calidad de audaz y de estimulador de  inteligencias ajenas. Uno de sus temas recurrentes es el erotismo, propio de su generación; pero García tenía que llegar a más y así nos exhibe el incesto en la casa de Tajimara.  Está claro que el erotismo es el sexo con imaginación: propiedad exclusiva del hombre.  Ningún placer es más humano y más digno que el erotismo que tiene que ser visto “desde una ´pareja”, como decía García Ponce, para rematar acto seguido : “las orgías no las conozco”. En las últimas décadas del siglo xx el cuerpo humano se ha envilecido y se ha confinado a la deleznable  zona de la pornografía. Fourier mucho antes que Marx habló de la liberación de la sociedad; decía que liberar los placeres era la forma de emancipar a la sociedad de todos los grilletes morales que la ataban y servían para oprimir a los más débiles que eran los que tenían que obedecer esas reglas. En algo el tiempo le ha dado la razón a Fourier. Visto así Juan García Ponce es un libertador de la sociedad mexicana.  Este hombre  fue un desafiante, un retador de la vida y de la muerte, por eso sobrevivió décadas tras el vaticinio de un médico : “te quedan seis meses de vida”. García Ponce vivió con una dignidad pasmosa su larga y dramática enfermedad. “La enfermedad es una porquería, y no voy a permitir que me venza una porquería cualquiera”, le dijo a Elena Poniatowska. “Muevo los ojos y hablo porque me he empeñado en hacerlo, no muevo nada más”, decía con la verdad palpitando en cada palabra. Lo recuerdo al final de los setentas en un encuentro que condujo en la televisión el legendario Bachiller Alvaro Gálvez y Fuentes y al que asistió Jorge Luis Borges, dijo Juan: “el pueblo ha permitido que los políticos lo degraden a ser populacho y por eso se ha alejado de los poetas, cuando el pueblo se libre de sus políticos y recobre su dignidad volverá a sus poetas” . En esa época esto era una  herejía , una blasfemia, tanto más si lo decía un hijo de familias ricas. El crítico Domínguez Michel dice que en todos los cuentos de García Ponce están presentes sus obsesiones: erotismo, identidad  y locura: leer uno es leer todos. No estoy seguro, los matices son diferentes. Sin embargo sus criticas y su ensayo La Errancia Sin Fin , sobre Musil, Klasowsky y Borges es estupendo. García Ponce fue un intelectual que cumplió con su deber: protestó por el 2 de octubre y hasta estuvo detenido y también alzó su voz por las míticas elecciones de Chihuahua a finales de lso ochentas. No puede caber duda: es uno de los mejores escritores mexicanos del siglo xx.