La reforma que perseguiría que se eligiera a los jueces , magistrados y ministros del poder judicial es un golpe a la naturaleza de la República. En los albores de la democracia se concibió a una República con tres de las formas de gobierno que los filósofos de la Grecia clásica concebían. El ejecutivo era una representación de la monarquía; los diputados y senadores son una expresión de la democracia; los jueces son manifestación de la aristocracia: el gobierno de los mejores. Los jueces y ministros deben probar su capacidad en los juzgados y ser considerados como aptos por sus pares. No es un asunto de popularidad sino de competencia. El Quijote dijo : hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre pero no más justicia que las razones del rico. Tal cual: no es asunto de mayorías y elecciones sino de capacidad de interpretar y aplicar la ley. Pervertir este sustento del orden republicano puede traducirse en una violenta lesión a la sociedad organizada. Ningún gobierno sin oposición, sin libertad de prensa y sin contrapesos puede tener éxitos. Los críticos aliados se vuelven valiosos. En una de sus últimas entrevistas el Lic López Portillo, ex presidente de la República y maestro de Teoría General del Estado, les dijo a Denisse Maerker y a Ciro Gómez Leyva: “ el gobierno del presidente Fox cuenta con oposición que hace las veces del frontón , si no hay esa oposición la pelota se va y se pierde “. Es una inconsecuencia proseguir con esa reforma . Rumores perniciosos hablan de que se trata de lograr que los afores sean administrados por el ejecutivo. De ser esto cierto el monto actual de los afores serviría para cubrir el tremendo déficit fiscal de la federación. Con un poder judicial obsequioso no habría manera de apelar en contra de esa medida. Asimismo esta reforma judicial niega en lo que creyó don Benito Juárez y los grandes liberales del siglo XIX. Con talento político se puede lograr una armonía y entendimiento entre los poderes no siendo necesario un golpe de estas dimensiones.