EL DESEMPLEO
Por: Gonzalo Navarrete Muñoz
Se dice que en América Latina existen dos tipos de desempleados: los que cobran una nómina y los que no. Si, en cualquier parte del mundo sobre un empleo pesa una hipoteca, cierto es que en los países desarrollados hay opciones que en los subdesarrollados no tenemos. Más aun en nuestros países la muerte laboral puede darse a los cuarenta años, habiendo muchas prematuras. El desempleo es la sombra de quien tiene un trabajo que depende de otras personas o de una estructura que no tiene ni memoria ni sentimientos. El desempleado es presa del “sentido de la urgencia”, quizás se trate del deseo de que el reloj modifique su rutina atroz para que la fecha de los pagos no llegue: renta, luz, teléfono, colegiaturas, etc. O que el calendario se mueva de acuerdo a nuestra posibilidad de conseguir recursos. Lo que necesitamos para sobrevivir no es tanto como lo que necesitamos para vivir. Algunos piensan que si no gastan no existen y en el gastar encuentran la fórmula de ser feliz. Por eso la felicidad es un concepto tramposo: es nuevo y está vinculado a la sensualidad. Los pueblos de la antigüedad no deseaban felicidad sino paz, ejemplo: la mítica Shalom de los judíos. El otro drama es “la niebla”, el desempleo genera una dificultad de ver la realidad o cubre todo de un tono oscuro. Esto dificultad salir de la situación. Un punto dramático es la pérdida de la autoestima. En los hombres el caso es devastador, a menudo el trance exige una reivindicación y es cuando se dan conductas que empeoran el problema familiar. Derivado de todo lo anterior se afecta la integración de la familia, pueden destruirse o lastimarse para siempre los matrimonios. Esta realidad fundamenta otra razón para la creación de la microempresa familiar, o doméstica. que puede constituir la certeza de una economía familiar y un patrimonio valioso para los hijos. Quizás el azar sea la única regla omnipresente en el universo, pero el hombre ha descubierto normas para convivir con ella que son las reglas elementales de la supervivencia. Los gobiernos se preocupan mucho, o eso proclaman con frecuencia, por el empleo visto a través de las grandes empresas. Sin embargo la micro y pequeña empresa pueden generar el 60 % de los empleos en un país. Y se hace muy poco por ellas. Cruelmente el gobierno federal las abandonó en esta pandemia. Cree que es más fácil regalar dinero que crear condiciones para que se genere. La realidad es que para vivir en paz toda familia requiere su microempresa.