María Carlota Amalia Victoria Leopoldina Clementina de Sajonia Coburgo Y Orleans nació el 7 de junio de 1840 en el castillo de Laeken , en Bruselas, Bélgica. Fue la muy amada hija del rey Leopoldo I de Bélgica. Educada para ser reina, hablaba 6 idiomas. Contrajo nupcias con el archiduque austriaco Fernando José María de Habsburgo-Lorena. En el matrimonio se vio la sombra del interés: la dote de Carlota ayudaría a Maximiliano a palear su situación.  Fueron emperadores de México. El murió fusilado en El Cerro de las Campanas y ella perdió la razón y murió décadas después en el castillo Bouchout en Meise, Bélgica.

 

Magdalena Carmen Frieda Kahlo Calderón nació el 6 de julio de 1907 en el bellísimo pueblo de Coyoacán. Fue la amadísima hija del fotógrafo Wilhem Kahlo, judío alemán, que vino a México contratado por José Yves Limantur, secretario de hacienda de don Porfirio, para retratar el patrimonio arquitectónico de esa época. El Frieda se mutó a Frida con el avance de los años. Frida fue a la preparatoria, lo que no era fácil en aquel entonces, tras su terrible accidente que la llevó a sufrir 32 intervenciones quirúrgicas, se dedicó a la pintura llegando a ser la primera mexicana con un cuadro en el acervo de Louvre de París. Contrajo matrimonio con Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, uno de los mas grandes pintores de América Latina. La madre de Frida había dicho: es el matrimonio de una paloma con un elefante. Sin embargo se sabe que Diego ayudó a liquidar una hipoteca que  pesaba sobre la casa de los Kahlo. Frida murió el 13 de julio de 1954 de neumonía.

Tras la lucha entre liberales y conservadores y las guerras extranjeras una junta de notables le ofrece a Maximiliano el trono de México. A la cabeza de los notables estaba un campechano que había nacido en los tiempos en que Campeche era parte de Yucatán: José María de Estrada, con muchos parientes en Mérida. El pasaje es patético: los notables deberían de saber que el archiduque tenía convicciones liberales y por su parte quien fuera gobernador de Lombardo-Véneto tenía que saber que los que venían con la proposición eran conservadores. Pero prevalecieron dos fuertes ambiciones: las de Napoleón III, rey de Francia, que quería expandir sus dominios; y las de Carlota, la esposa de Maximiliano, quien deseaba ser emperatriz; parecía urgida por cumplir el destino para el cual fue educada, ella jugó un papel fundamental en el pasaje histórico. En medio estaba la restitución del orden divino o el sufragio de los siglos: México fue conquistado en tiempos de un Habsburgo por designio divino, roto este vinculo tendría que ser restituido y justamente con muy digno heredero.

 

Maximiliano era un hombre abúlico, dedicado a elaborar manuales para la corte o a cazar mariposas. Ella era una verdadera mujer de estado que cuando el viajaba se hacía cargo de los negocios públicos, era la regente,  impulsando muchos proyectos , destacando , desde luego,  los de caridad: el hospital de San Carlos, un orfelinato, y la legendaria Casa para los Partos Ocultos, la Junta Protectora de las Clases Menesterosas, y la Junta Central de Beneficencia. Remodelaron el Castillo de Chapultepec  e hicieron el Paseo de la Emperatriz, hoy conocido como El Paseo de la Reforma. Carlota estuvo en Mérida donde fue muy bien recibida, porque Yucatán era muy monárquico. La gente salía a verla y a vitorearla. Como solía hacerlo  nos dejó un regalo: la verja de la Catedral, no la que está ahora  sino su antecesora. Sara Sefchovich dice que su visita a Yucatán la narró a sus parientes de Europa en una carta de 19 páginas: había sido muy feliz porque había vivido un romance con el capitán belga de sus guardias, Alfredo Luis van der Smissen, de quien presuntamente se fue embarazada teniendo al hijo que se conoció como el general Weygan. Carlota no tenía porque salir en busca de ayuda: tenía una inmensa fortuna que le hubiera permitido mantener al ejercito invasor por mas de tres años. Ella presionó  a Maximiliano para quedarse y tratar de mantener el imperio. Finalmente perdió la razón y cuando se enteró el señor cura de Abalá, pueblo cercano al cenote de la hacienda Mucuiche, donde se bañó la emperatriz, en un traje de baño escandaloso para la época, dijo: le pasó eso porque se metió al agua sin haberse refrescado.

 

Frida fue una mujer de los años veintes, quizás los mejores, junto con los sesenta, del siglo pasado. En los veintes las mujeres se subieron el vestido, abandonaron la cintura, se cortaron el pelo y le sacaron la lengua a la sociedad.  La noción de la muerte ejerce una liberación en la humanidad, la década de los veintes proviene de la terrible primera guerra mundial, la de los sesentas de la segunda guerra mundial y de la guerra de Corea. Una frase de Frida la define: “pies para que los quiero si tengo alas para volar”. Eso fue ella: una mujer que voló con libertad como pocas mujeres en el siglo XX.  En Frida hubo algo muy especial: en 1925 tuvo un accidente terrible, Andrés Henestrosa dijo que a partir de ese día empezó a morir, en realidad todos estamos muriendo a diario. Sin embargo Lola Álvarez Bravo tuvo toda la razón: el día del accidente surgieron las dos Fridas, una muerta y otra viva y a lo largo de toda su corta vida vivieron en una lucha conmovedora. Dos frases al final de su vida las reflejan: “Viva la Vida” y “Espero con alegría la salida y espero no volver jamás ”. Desde luego que la lucha entre la Frida muerta y la Frida viva la precipitaron a la liviandad que gozaba de un clima de tolerancia en los años veintes. Porque ya sabemos que la muerte estimula la libertad y la liviandad.

Veamos la evolución de la mujer del sigo XIX a la década de los veintes: Ana Karenina de León Tolstoi y ese portento que es Madame Bouvary de Gustave Flaubert, fueron mujeres transgresores que tuvieron un final trágico: la muerte, y en el caso de Emma Bouvry le heredó el drama a su familia. En el camino hay una obra significativa La Casa de Muñecas de Ibsen donde la mujer cansada de los chantajes y los malos tratos del marido decide abandonarlo y con él  a sus hijos: no queda claro si el destino es trágico o liberador el de esta mujer audaz. Sin embargo en los años veintes llegamos al Gran Gatsby donde la mujer ya transgresora no tiene un final trágico y decide quedarse con su marido y no con su amante. Carlota y Frida se volvieron obras de arte, la primera en una novela estupenda Noticias del Imperio y la segunda en sus múltiples y fascinantes autorretratos en los que se aferraba a la vida y creaba un universo en torno suyo. Frida conoció la entraña del arte como pocos artistas: en una carta a su noviecito Alejandro Gómez Arias le confiesa todo lo que el arte le ha revelado, porque esa es la función del arte: revelar misterios del universo. Carlota y Frida fueron mujeres libres y transgresoras: la primera tuvo el destino trágico de una mujer del siglo XIX, la segunda, no. ¿Quien le reprochó su amor más famoso con León Trosky o sus amores postreros con Chavela Vargas?, entre tantos otros y sus rupturas escandalosas con Diego Rivera y el valor que tuvo para perdonar las infidelidades de éste con tantas mujeres y en especial con su hermana Cristina. Las mujeres mexicanas le deben a Frida mucho de lo que hoy viven, lo mismo que la ciudad de México  le debe a los dos a Frida y a Diego ser una de las ciudades más libres del mundo. Y lo que pintó fueron sus hechiceros cuadros.