OctavioPaz

Nathan Gardels le hizo en 1992 una entrevista a Octavio Paz para la revista New Perspectives Quarterly en la que se habla, entre muchas otras cosas, de la postguerra fría y luego del “fin de la historia”. Casi al final, Gardels dice lo siguiente:

Es probable que Oriente y Occidente se estén encontrando al final de este siglo pero la civilización islámica, con su sólido monoteísmo y su creencia en el Absoluto, no parece encajar en este panorama.

A lo que Paz responde:

El islam es hoy la expresión más obstinada, simplista y cerrada del monoteísmo. Debemos al monoteísmo muchas cosas maravillosas, de las catedrales a las mezquitas. Pero también le debemos odio y opresión. Una de las raíces de la intolerancia, el gran pecado de la civilización occidental –las Cruzadas, el colonialismo, el totalitarismo, incluso la destrucción ecológica– está en el monoteísmo. Para los paganos era más bien absurdo que una iglesia y una fe pudieran monopolizar la verdad. Fuera del islam, el mundo nuevamente ve las cosas de ese modo. El islam se ha quedado solo. Es la fuerza más reaccionaria del mundo actual. Lo maravilloso de la civilización occidental es que pudimos criticar a la religión con las armas de la filosofía y la razón. Y luego pudimos criticar a la razón con la razón misma. A pesar de que el islam conoció a la tradición griega antes que nosotros, jamás rechazó el principio de que Alá era superior a la razón.

La historia de la lucha entre la razón y el islam –el arma de combate fue la filosofía griega– es apasionante. Averroes combatió a los teólogos que sostenían “la coherencia de la incoherencia” (una fórmula análoga a la de Tertuliano: “creo porque es absurdo”) y escribió su célebre tratado La incoherencia de la incoherencia(Tahafut al-Tahafut). Pero Averroes fue vencido. En cambio, en Occidente, gracias a los mismos árabes, la filosofía de Aristóteles fue adoptada por la iglesia y Santo Tomás formuló, genialmente, la doctrina de “los grados del ser”. El islam no tuvo nada semejante al tomismo y de ahí su petrificación.
Sin la reconciliación entre la fe y la razón, el islam no sólo será desgarrado por luchas internas entre el fundamentalismo y los modernizadores, sino que se enfrentará estérilmente a la vasta civilización relativista que se extiende actualmente por Europa, América y la mayor parte de Asia.