Crepe es como decir en español tortitas. Pero este postre, que es uno de los más celebres del mundo, debe su nombre a un príncipe, que llegaría a ser rey, a un chef y a una sensual francesita. Se trata del príncipe de Gales que fue el rey Eduardo VII, bisabuelo de la actual reina Isabel II. Hijo de la legendaria reina Victoria y del príncipe alemán Alberto, el futuro rey amaba las correrías en Francia. El príncipe también gustaba de las crepes y de cierta francesa llamada Suzette. Un noche disfrutaban de una exquisita cena los dos amantes en la Costa Azul. El chef estaba preparando las crepes cuando con un movimiento torpe inflamó el plato con el licor de naranja. Sin otra oportunidad el chef presento el flameante postre como una creación. El príncipe se fascinó con el sabor y decidió que se llamara con el nombre de su deseada amante: Suzette.