CABO NORTE, EL GRAN PROYECTO DE MÉRIDA

Unas de las pocas calles exógenas, que se vinculan al centro y llegan al periférico, es la que se convierte en Avenida García Lavín. Tiene una bondad adicional: cruza el periférico. Pocas ciudades en México tienen algo semejante. Verdad es que se trata de un enriquecimiento de “la traza castellana” que dota de conectividad a la ciudad, le ofrece la traza radial indispensable para el transporte. En forma por demás incomprensible esta fortuna se perdió en la mayoría de los casos cruzando el periférico. Pero Cabo Norte puede conectarse con el centro de la ciudad mediante esta avenida y las que la preceden. Esto es mucho desde el punto de vista del urbanismo. Pero Cabo Norte aspira a más. Se plantea el problema de la sustentabilidad y logra un centro comercial que será  único en Mérida: La Isla. La novedad: es un parque de diversiones en el que se puede comprar, el ancla no es un supermercado sino la diversión. En sentido semejante habrá otras ofertas que colmen la sustentabilidad, quizás en principio no totalmente, pero sì en el futuro inmediato. El paisaje urbano no incide en  forma contundente en el valor de los terrenos, pero si es muy atractivo y el de Cabo Norte es espléndido. Todo el conjunto enriquece a la ciudad y la proyecta al futuro. Ha polarizado el interés de inversionistas que justamente entienden que Cabo Norte es una realidad en desarrollo, precisamente porque no ha cambiado el mapa de la ciudad, lo ha enriquecido. Esto también es atractivo para el que quiere fincar ahí su residencia. Hace más de cincuenta años los Estados Unidos no dijeron que la vida out the town es un fracaso, a pesar de esto insistimos. Ese es en definitiva el gran acierto de Cabo Norte: ni plantea la vida fuera de la ciudad ni la película de vivir en un departamento, algo absurdo en nuestra ciudad que todavía cuenta con espacios. Cabo Norte es un desarrollo humano para humanos.