Debo a mi amigo de la infancia Antonio Peniche Gallareta la noticia del intento de modificación del reglamento municipal de construcción de viviendas. En términos generales estos cambios conllevan reducción de espacios y abaratamiento de los costos sin reparos mayores. Sin embargo me sorprendió esta propuesta. Se pretende que el ancho de los dormitorios sea de 3 metros cuando lo mínimo que se requiere para colgar una hamaca son 3. 5 metros. La superficie total del dormitorio se propone de 9.5 cuando en la actualidad es de algo más de 12 metros. Los pasillos se reducen a 75 centímetros en lugar de 90 que se tienen en la actualidad.  Se están pretendiendo medidas que no son humanas. Las convenciones y acuerdos internacionales exigen respeto para personas discapacitadas y estas medidas no son favorables. La sala y el comedor también se reducen en forma inmisericorde. Pero lo que realmente sorprende es la eliminación de ventanas para aire cruzado. Desde los tiempos de los nómadas las viviendas han pretendido resguardar al hombre de las inclemencias del tiempo. Desde hace décadas en Mérida se están vendiendo casas que no protegen a las familias del calor. Quien compra esas “casas” no está comprando nada. Finalmente toda la familia duerme en un cuarto con aire acondicionado , lo que es una forma de desintegración y una carga para la economía familiar. El aire cruzado evita recalentamientos en el interior, evita la humedad y favorece la salud. Cuando pienso en esto recuerdo que en el París previó a la Revolución se pretendió cobrar impuestos por el número de ventanas de una casa. La gente no abría ventanas y en consecuencia proliferaron las enfermedades. Ya sabemos el final de esa agresión contra las condiciones mínimas de vida. Lo que si se tiene que aprobar son techos superiores a tres metros y con recubrimiento aislante. El aire caliente tiende a subir y así las habitaciones se hacen más frescas y otro tanto se logra con el recubrimiento. Esa tentativa de cambio en el reglamento es inhumana y no puede beneficiar en gran medida a los promotores. Desde hace años he propuesto la creación de una institución que califique lo fraccionamientos, como se hace con los hoteles en el mundo. Es jun servicio que se le puede prestar a la ciudadanía y a los promotores que hacen bien su trabajo. A si se podrá orientar a un público que ahora está indefenso. Cuando lo amotinados de París fueron a protestar frente al Palacio gritaban “No tenemos pan, no tenemos pan”. Cuenta una leyenda que María Antonieta dijo: “Sino tienen pan porque no comen pasteles”. Tengo la certeza de que lo regidores de Mérida no contestarían algo similar. Por eso creo que este asunto debe abrirse a un debate público , más ahora que estamos tan bien calificados como ciudad.