Plaza Principal

La Plaza Principal siempre tuvo árboles y plantas, incluso ceibas y, a pesar del número de pobladores, la circundaba una reja que le daba privacidad nocturna. Las variantes se daban en los distintos estilos de jardines, la cerca fue retirada en agosto de 1903.

LA PLAZA PRINCIPAL

El área era ocupada por uno de los legendarios cerros de la ciudad prehispánica, Bakluumchan era su nombre y se entiende su traducción como : “serpiente que rodea la tierra”. Sus medidas geométricas fueron de 193 pies de norte a sur y otros tantos de oriente a poniente. A lo largo de su historia ha recibido diferentes nombres: Plaza de la Constitución, Plaza de la Independencia, Plaza de Armas , Plaza Mayor y el de Plaza Principal que elude los compromisos y se ha legitimado entre la población de tiempo atrás. En nuestra Plaza Principal conviven la Casa de Montejo-una hermosa muestra de arquitectura colonial-, la Catedral y la abochornada Casa del Aguacil, todos edificios coloniales, con el Palacio de Gobierno, el Palacio Municipal, El Olimpo-que es siglo XX-, la Casa Cárdenas y otros edificios hechos y rehechos. No llega a ser una muestra de nuestra historia. Quizás su omisión más grave es la ausencia de un solo elemento maya. Aunque dicho esto hay que hacer una natural corrección: muchas piedras que sirvieron para levantar los edificios coloniales posiblemente provenían de algunos templos mayas o de los antiguos cerros que los españoles demolieron, pero ahí están y hablan quizás lo único que sucede es que nosotros no hemos podido escucharlas todavía.

Plaza Principal en la actualidad

Plaza Principal en la actualidad. Encontramos la misma vista en nuestros días muestra la profusión de los legendarios laureles plantados en 1870 durante el gobierno del Lic. Manuel Cicerol Canto.

En el siglo XVIII se levantaron las siguientes construcciones en la ciudad: la Ermita de Santa Isabel o de Nuestra Señora del Buen Viaje y algunos años después el mesón anexo para el descanso de los viajeros; la parroquia de Santa Ana y el paseo del mismo nombre que unía el Palacio Episcopal, en la Plaza Principal, con el nuevo templo; el templo de San Cristóbal, consagrado a María de Guadalupe; San Sebastián, que había sido construido con madera y palmas, se reedificó en el siglo XVIII. En este mismo siglo el gobernador Roberto Merino Cevallos trazó alrededor de la ciudadela de San Benito y del Convento de San Francisco un paseo de circunvalación, llamado de Merino, que no llegó a funcionar como tal. Don Lucas de Gálvez construyó La Alameda llamada posteriormente El Paseo de las Bonitas; don Lucas pavimentó calles, introdujo el primer sistema de alumbrado público y abrió caminos.

Desde éste siglo, el XVIII, hasta finales del XIX la ciudad de Mérida estaba comprendida dentro de los antiguos barrios y sus alrededores: San Cristóbal, La Mejorada, San Juan, San Sebastián, la ermita de Santa Isabel, Santiago y Santa Ana. Durante la Colonia, las parroquias estaban divididas por “castas”: el Sagrario-Catedral, para españoles o blancos; la del Santo Nombre de Jesús, para negros o pardos, como lo había sido la ermita de Santa Lucía; la de Santiago, para indios de barrio y criados de españoles y la de Guadalupe o San Cristóbal, para indios de las afueras de la ciudad. Es preciso aclarar que a lo largo de su historia nuestra ciudad ha tenido tres formas de nombrar las calles: la primera data de los tiempos del primer imperio y estaba basada en dos calles eje: la 60 de norte a sur y la 61 de oriente a poniente, de ahí derivaba las calles 1ª, 2ª, 3ª, etc; el segundo sistema se basaba en el de ponerle nombres de personajes distinguidos a las calles : el Callejón del Cabo Piña (actual callejón del congreso); calles de Rivero, calle de Regil Estrada, calle de Sierra Orelly, calle Cepeda Peraza, entre otros muchos, esto sucedió en el gobierno de don José María Iturralde; y el tercer sistema, que es el prevaleciente, entró en vigor durante el gobierno del Lic. Carlos Peón Machado. Apenas si se tiene que mencionar nuestra ancestral y sugestiva forma de llamar a las esquinas, costumbre muy antigua, que no se extendió por el resto de la ciudad cuando ésta se desbordó por los cuatro puntos cardinales.

Hasta hace unas décadas, en el centro de la ciudad de Mérida vivían en armonía la zona comercial, la habitacional, las oficinas de gobierno, los paraderos de autobuses y hasta la estación Central del Ferrocarril. Toda la ciudad podía convivir pacíficamente. Nadie se atrevería a negar que esta convivencia implicó, en algunos casos, profanaciones, aunque las más agresivas vinieron posteriormente.

Un paseo por la ciudad de Mérida: La Plaza Principal

Palacio de Gobierno de la Ciudad de Mérida

Un paseo por la ciudad de Mérida: La Plaza Principal

Palacio Municipal de Mérida

Un paseo por la ciudad de Mérida: La Plaza Principal

Vista de la calle 60

Un paseo por la ciudad de Mérida: La Plaza Principal

Vista de la calle 60 a principios del siglo XX

 

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