“ Llama a tío Lichi para que despierte a mamá “, decía con lágrimas la niña  mientras veía como se llevaban a su madre para siempre. Le había conferido poderes extraordinarios a ese médico que había cuidado de su madre en el largo camino de su enfermedad. Así es : un médico entraña una esperanza, aún más en los momentos más oscuros. Luis Navarrete era un gran médico más que por lo que sabía , por lo que sentía. Parecía ajeno pero nunca lo fue y a la primera provocación salía de él ese ser sensible al dolor ajeno. Lo vi llorar cuando estuvo junto aquellos niños que se quedaron sin madre. También admiré su fortaleza a la hora de la adversidad. En la última etapa de su vida, viendo que esta estaba siendo amenazada , le dije un frase traducida del inglés: eres el hombre fuerte y silencioso . Con el mismo temple lo vi cuando un gobierno que no merece memoria alguna lo acosó solo porque venia de otros colores . Algunos saben que el Hospital de Alta Especialidad pudo abrirse gracias a su decisión y a que por momentos cubrió necesidades con sus propios recursos. Se ha ido a la Patria de los Muertos con los aplausos y el cariño de sus amigos y colaboradores. Evoco y parodio a mi amigo Fernando Espejo : a quien dejaste tu amor por la humanidad ? a quien el patio de tu infancia ? y tus huellas en la are? Para quien es el título de Médico Mayor ? Yo ya sé que nuestros muertos mueren cuando nosotros acabamos de morir . El domingo los que lo queremos hemos muerto un poco más. Me consuela saber que la batalla más importante : no la del cuerpo sino la del espíritu, la ganó. Como médico se graduó con mención honorífica, como hombre también. Descanse en Paz Luis Alberto Navarrete Jaimes.