Los restos del Templo: El Muro de las Lamentaciones, en la imagen, es el único vestigio que queda hoy del Segundo Templo de Jerusalén, erigido por Herodes y destruido por Tito durante la primera guerra judía.

Los restos del Templo:
El Muro de las Lamentaciones, en la imagen, es el único vestigio que queda hoy del Segundo Templo de Jerusalén, erigido por Herodes y destruido por Tito durante la primera guerra judía.

Hace años visite Jerusalén. Me deslice  en ese museo hermosamente vivo que es  el «jerushalaim viello» . Caminando advertí una columna de personas que pretendían tocar una piedra. La noticia fue perturbadora: presuntamente era una roca en la que Jesús se había apoyado en su vía-crucis. Me pareció un mito: Jerusalén se ha hecho y deshecho en los últimos dos mil años. La gente necesita creer y por eso acepta estas ofertas. Sin embargo, mientras caminaba por las inmediaciones del enorme candelabro  de januca  me percaté de un judío que venía con un talid más grande de aquellos que yo había visto. El alumbramiento  fue inmediato: así era el manto de Jesús, ese del que tanto se habla en los Evangelios . A un tiempo pensé que Jesús quiso ser un judío, un buen judío, que le daba una nueva interpretación a la ley de Moisés. Las Sagradas Escrituras , en el Nuevo Testamento, nos narran preguntas hechas a El  Cristo sobre la ley. Fue Pablo quien puso por otro lado la ley mosaica. No se pueden evitar las preguntas sobre el cristianismo como una creación paulatina más que de las palabras de aquel joven Galileo que predicó el amor y el perdón. Cierto es que al viajar hay revelaciones inesperadas. Vamos en busca  de atractivos publicitados  y nos encontramos con otros inclinaciones.