TITÍ, LA MAESTRA

Por: Gonzalo Navarrete Muñoz

“Mujer , Ahí tienes a tu hijo”….”Ahí tienes a tu madre”, frases que aparecen en Juan 19  y cuyo significado oí varias veces a Tití, la maestra. Alguna vez le dije: “Pero Juan era primo hermano de Jesús”, “Nada le quita a La Verdad”, me reviró  la maestra con la solvencia de la seguridad. La desveló el estudio del Evangelio según San Juan, como la Escuela Normal , como la fundación de la Escuela de Menores Infractores y la poesía. Creía que la poesía era otro evangelio,  tenía fe en su poder transformador en la vida de los hombres. Su devoción por el haikú, como la tuvo José Juan Tablada y Alfonso Reyes,  era conmovedora. Como lo era su devoción por la vida misma: siempre escribiendo, planeando un viaje, una reunión , un taller literario o cualquier otra cosa que solo a ella se le podía ocurrir. Quizás por eso nunca perdió el gusto por las cosas sencillas, : el sabor del agua-como dijera Borges-, contemplar su jardín, el recuerdo de sus mayores, conversar con alguna de sus queridas amigas, el mérito de la risa, el mar que nada soluciona pero todo lo consuela, los cumpleaños de sus seres queridos, entre tantas otros cosas simples. Criada por una mujer de los años veinte, los mejores del siglo pasado, fue  de avanzada , no porque hiciera marchas sino porque se atrevió a  cambiar el mundo, al menos el que estaba a su alrededor, manteniendo sola y educando a seis hijos. Y cuando la naturaleza así lo dispuso : amando y cuidando de sus nietos. Amado Nervo nos canta con su poesía  que la vida no es una eterna primavera. La maestra Tití  tuvo dolorosos momentos , pero siempre la redimió su espíritu inquebrantable. Lloró y mucho , pero supo decir hasta aquí . No vio nunca el mundo con los tintes del dolor. Con profunda sabiduría lograba arrebatarle los instantes a la vida y hacer creaciones con ellos . Fue , en muchos sentidos, una escultora de la vida. Toda reflexión lleva al mismo punto: la muerte.  Si la vida terminara antes de que llegue la muerte , ésta  se convertiría  en un sol redentor. Pero cuando sobra vida siempre hay una pena adicional. A  Tití   nunca  se le iba a acabar la vida. Y así , hoy tiene otra vida: su mañana es la eternidad. Hace unos días, como Cristo revestido de dolor, mis hermanos, mis sobrinos, mis hijos y yo dijimos, : “Mamá he ahí a tu Padre” y el Padre la llevó con él.  Cierto: Venimos a este mundo en el cuerpo de una madre y a pesar de su partida ella se  queda en nuestras entrañas, nuestro vínculo es eterno.