Existe cierto acuerdo en que la palabra Mayab proviene de las voces mayas ma , no; y ayab, muchos. Esta tierra es de los que no son muchos, porque son los hombres puros y santos. Las aguas cubrieron la tierra pero se detuvieron en el Mayab . Los hombres del Mayab no vinieron de ninguno de los puntos cardinales, aquí fueron porque aquí los hizo aquel cuyo nombre se dice suspirando.

Esta noción prevalece hasta nuestros días, quizás de ella provenga el sentimiento original de la Casta Divina como sensación de  elegidos por Dios. De esta presunta elección divina provienen las diferencias entre nosotros: un elegido reclama preeminencia aun sobre otro elegido. A un tiempo de estos mitos nace la desconfianza ante los inmigrantes que viene a presionar los número y a “profanar” una tierra que solo es para aquellos que son hijos de la misma madre como dice Don Antonio Mediz Bolio en su poema Mi Tierra es Mía.  Los mayas tienen ese sentimiento: los españoles con solo pisar la tierra ofenden. Los yucatecos contemporáneos lo han heredado. En la entraña misma de este pueblo está su recelo ante la presencia de los extraños que vienen a vivir en la sagrada tierra del Mayab. Ser muchos es destruir la tierra , es cometer el sacrilegio de ir contra su razón de ser y su destino.