La vida de un ser humano a menudo no justifica su biografía. La fortuna y sus hechizos traman historias. Pero el caso de Sarita Poot es más sencillo: su historia si la explican.
Sarita es que con una entrega excepcional se hache la heroína de su propia historia. Es conmovedor que una jovencita, hija de gente trabajadora, que estudió para maestra rural haya obtenido una licenciatura en literatura en la Universidad de Guadalajara. Sin detenerse en esa carrera de pasión, aquella maestra logra ingresar al Colegio de México y obtiene, tras el atrevimiento y la voluntad de ser, el grado de Doctora en Letras. De ahí decide ir unos meses a la Universidad de California, campus Santa Bárbara. La doble vocación de esta brillante mujer conquista lo que fueran terrenos de Gabriela Mistral.
No podría ser de otra manera: para maestro se nace y Sarita nació. Su devoción por la literatura en lengua castellana encuentra en su talento didáctico un vehículo para conquistar a los alumnos de licenciatura, maestría y doctorado. Todos la buscan, su generosidad y su calidez son una garantía.
El Academic Senate de la Universidad de California, Campus Santa Bárbara, la ha declarado “Maestra del Año” con la complacencia de sus alumnos y de sus colegas. Es más que un reconocimiento, es una declaratoria que convierte a una mujer erudita en una maestra en el sentido que le otorgaba Pedro Henríquez Ureña a ese título. Tanta lucha, tanto esfuerzo, tanta entrega y tanta pasión encuentran preseas en el camino, no las buscan: se tropiezan con ellas. Sara es un ejemplo para las mujeres. Es, a un tiempo, un emblema.