Ostería Piccoli es uno de los mejores restaurantes de Mérida. Sus pastas son nobles, mas aquellas que se aderezan con mariscos.  Las pastas que posiblemente los árabes llevaron a Palermo y que los mexicanos consagramos con el pomodoro –“bola de oro”- llamado entre nosotros, tomate. La salsa de tomate de Piccoli es memorable, como tiene que ser la de las pastas italianas.  Sus sopas son un deleite, en particular una de lentejas con camarones.  Sus carnes, glorificadas con recetas armoniosas son únicas en la ciudad. No se puede omitir la referencia a sus postres, el fin de fiesta perfecto. Pero hay una mención especial: su panadería. No habrá un buen restaurante sin panadería. Bien se sabe: el pan recién hecho es el gran alcahuete de la mala cocina. El pan caliente es en si mismo un manjar.  Piccoli ofrece una exquisita variedad, desde las bolitas con una cubierta crujiente hasta los palitos de harina, todo coronado con el pan de la comida. Este detalle es imprescindible para consignar que un restaurante es mejor que otro.