En la pasada edición del Congreso Internacional de Literatura, organizado por UC-Mexicanistas y realizado en el marco de la FILEY, se dio un incidente simpático. El congreso se llamó “Y si vivo más de cien años…” y pretendía honrar la memoria de los que este año cumplieron cien años de haber nacido: Octavio Paz, Efraín Huerta y José Revueltas. En una mesa sobre Octavio Paz el moderador, con un espíritu parlanchín, dijo en su introducción: “Permítanme una anécdota personal. Yo era asiduo a una tertulia en casa del escultor Enrique Gottdiener y estando en su casa en Mérida una tarde llegó Octavio Paz con un sombrero como con cuarenta plumas y una enorme capa, estuvo un rato y se fue. Tras su salida el escultor dijo ‘Qué pesado es este Octavio’  ”. Siguió la disertación extraviada y en un momento dijo: “¿Con qué Octavio nos quedamos, con él de su juventud, con él de las declaraciones en Alemania contra las democracias latinoamericanas?”. Terminadas las ponencias una doctora de origen extranjero nos dijo: “Debimos haber corregido al moderador”, otra contestó con prudencia: “Bueno, estas son mesas de ponencias no de debates , no era necesario”, la primera replicó: “Nos pasamos mucho tiempo preparando nuestro trabajo para que uno que nada tiene que ver diga disparates y lo avalemos con nuestro silencio”. Ciertamente , Octavio Paz nunca se vistió con sombrero de plumas ni con capas, es más no tenemos noticia de que haya vuelto a Yucatán tras sus estancias en 1937, estuvo durante un par de meses y volvió para salir de aquí , ya casado con Elena Garrro, al  Congreso de Escritores Antifascistas en Valencia , España. Quizás, como bien observó Sara Poot que estaba presente, el locuaz moderador lo confundió con Juan José Arreola quien si solía vestirse con cierta extravagancia. Pero lo grave fue la alusión al discurso de la Feria del Libro de Frankfurt. Al recibir el premio de la feria Paz hizo una defensa de la democracia y las libertades y una referencia al gobierno sandinista : dejen a Nicaragua en libertad de elegir. Era obvio que nuestro moderador no sabía nada de Paz y que se fue por la libre. Creo que no era necesario hacerle ninguna corrección pública , tampoco creo que nuestro silencio haya significado aprobar los desaciertos de alguien que quiso hablar por hablar .Si pienso que es una vergüenza que yucatecos que moderan mesas den esos espectáculos . La generosidad de Sara no tiene límites al permitir la participación de mucha gente que con audacia se expone. El personaje todavía anda escribiendo con impudicia y logrando una colección de disparates que lo definen. Alguien le debería decir que por su propio bien siga dando clase de primaria , así se hace menos mal a si mismo. Pero estas cosas son así y hoy solo es un incidente más de uno que al mover la lengua mete la pata.