Por: Gonzalo Navarrete Muñoz

Dañar un bien público es censurable. Pero este hecho vandálico no debe desvirtuar el debate, débil ciertamente, sobre lo desacertado de las estatuas de los Montejo a la entrada  de la principal avenida de la ciudad. El gran evento en la historia de Yucatán fue la llamada Guerra de Castas. En una tentativa en busca en paz se separaron los bandos : los indios rebeldes  establecieron su capital en Santa Cruz (es cierto : no hay porque ponerle el diminutivo Chan a esta ciudad hoy llamada Felipe Carrillo Puerto, mudanza de mal gusto y peor servilismo) y los blancos en Mérida, así se refrendaba la idea de que ésta era la ciudad de los blancos. Y he aquí que se levantaron estatuas para los héroes de la guerra del lado de los blancos: la plazoleta frente corros se llamó originalmente Parque de los Héroes (de la Guerra de Castas del lado de los blancos) y la estatua que se puso se llamó La Libertad. Posteriormente al parque se le llamó Eulogio Rosado , combatiente del lado de los blancos. Manuel Cepeda Peraza, en el Parque Hidalgo (hijos de algo) fue otro general del lado de los blancos. Y  Santa Lucía se consagró a Sebastián Molas, otro militar de alto rango de los blancos. Nada para Jacinto Pat ni para Cecilio Chi. También hay una estatua que representa a don Justo Sierra que fue a vender a Yucatán a los Norteamericanos en plena Guerra de Castas para salvaguardar “la civilización occidental de la barbarie indígena”, esto ocurrió en pleno 1847 cundo la invasión gringa a México. Muchas cosas han cambiado a través de los años pero en forma sorpresiva a un alcalde se le antojó inaugurar una estatua de los Montejo a la entrada de un paseo que no lleva ese apellido. Desde los años treinta del siglo pasado el así llamado Paseo de Montejo , por disposición oficial, se empezó a llamar Paseo de Nachi Cocom , el último cacique rebelde que se le dejó ir Montejo pero que fue vencido en la legendaria batalla de San Bernabé. Nadie, salvo algunos notarios minuciosos, suelen llamarlo Paseo Nachi Cocom. La población no aceptó el nombre que prevalece oficialmente. Los Montejo no necesitaban esas estatuas. Hay un cerveza Montejo, un fraccionamiento Francisco de Montejo, un Colegio Montejo y hubo una sala de bailes muy popular con ese nombre , entre otras manifestaciones. Develar la estatua de los Montejo fue una reivindicación de la ciudad de los blancos  y en cierta forma una continuación de las hostilidades. No se firmó nunca un tratado de paz entre los blancos y los indios. Quizás hubo algo más profundo: un matrimonio entre un señor Cámara Peón , perteneciente a una familia conquistadora de la primera hora , y una señora Chan. “El mundo cambia si dos se miran y se reconocen , amar es desnudarse de los nombres”, dice Octavio Paz en su poema Piedra de Sol. Es por eso que haber puesto esa estatua parece desandar todo lo que se había logrado. Una sociedad moderna está basada en el diálogo , no en el monologo oficial, ni en las discusiones irracionales o los actos salvajes. Este atentado penoso abra la oportunidad para un diálogo sobre la presencia de los Montejo en el Paseo Nachi Cocom que nadie reconoce como tal.