Averroes decía que la primera función de una religión era coaligar a personas con la misma tradición. Me parece que tiene razón. Los judíos , nuestros ancestros hablan de religión judía y cultura judía. Nosotros no podemos hablar de algo semejante. Las luchas de liberales y conservadores , y la Revolución, impidieron el reconocimiento de una cultura cristiana. Sin embargo aunque Alvarado mandó saquear la catedral y se destruyó el Cristo de las Ampollas , no se acabó su fuerte devoción. Fue don Rafael Quintero, el de la máquina aplanadora conocida como “La Rafaelita”, quien trajo otra imagen que despertó el mismo cariño que la anterior. Siguieron los gremios con todo su entusiasmo. Ahora las cosas han cambiado, no se nota el mismo fervor lo cual es una muestra de debilidad de nuestro pueblo, al menos desde el punto de vista cultural. Sin embargo , como suele suceder, hay un grupo que se esfuerza en mantener la tradición de los gremios que , viniendo de hace siglos, cumplen con el postulado de Averroes: unir a la gente. Las fiestas de la Vírgen de la Asunción en San Sebastián son otra cosa: tienen una cautivadora vitalidad. Hay diferencias entre una y otra. Pero ambas tienen cosas en común. Desde tiempo inmemorial hay un ministerio muy especial: camarista de los santos o las vírgenes. Es decir: personas que los limpian y los visten y cuidan de la capilla del santo o la vírgen. De ahí viene la frase: se quedó para vestir santos. Podrán perderse todos los gremios y los concurrentes, pero nunca quien se ocupa de mantener en buen estado al Cristo o a la Vírgen. En el caso del Cristo de las Ampollas esta tarea, como se observa en otras partes del mundo, ha sido hereditaria: la hija de don Rafael lo hacía, ella no tuvo hijas , pero por años lo hizo su nuera y ahora una de sus nietas. Ellas son la llama viva que ha mantenido la tradición y por eso nunca pueden desaparecer.