La microempresa y pequeña empresa ocupa más del 80% de la obra de mano y genera la tecnología que la gran empresa desarrolla. Las grandes ciudades son hijas del empleo que las plantas industriales o las grandes empresas ofrecían. La Revolución Industrial creó los grandes centros urbanos. Sin embargo la ciudad de Mérida llegó a un estado que es el deseado por muchas ciudades del mundo: sin grandes empresas, sin ser un centro productivo, tiene pleno empleo e índices de pobreza muy inferiores a la media nacional. No se ha perturbado ni el medio ambiente ni la calidad de vida. Quizás la causa principal de este estado de vida sea la microempresa, que también es causante de nuestra paz. Un meridano prefiere vender kibis, cochinita, dar clases de inglés o de baile, reparar máquinas Olivetti, antes que entrar al sangriento negocio de las drogas. A menudo los gobiernos se preocupan demasiado por los puestos de empleo y no por los microempresarios. Inglaterra era todo un ejemplo. Tras su tremenda crisis de los años setentas lograr un nivel de microempresas asombroso. De ahí que hayan votado a favor de Brexit: el mercado común lastimó mucho a los microempresarios británicos. En un memorable discurso Ángela Merker declaró la necesidad de atender a esa gente valiosa que salía dañada del libre comercio. Mérida es lo que es gracias a esa vocación emprendedora de su gente. El Ayuntamiento ha dado un paso al fundar una dependencia para el apoyo al emprendedor. Sin embargo es mucho lo que se tiene que hacer todavía y lo que se haga por las microempresas se hace por Mérida.