La poesía se hace dentro del poeta. Experiencias, sensibilidad, don de las musas, el proceso es misterioso. Juan José Arreola celebro la expresión de Jorge Luis Borges: hay un poema que me está exigiendo que lo escriba. Así es: el deber del poeta es ponerlo en letra escrita, por siglos esto no fue necesario: la poesía era oral. A pesar de esto el Borges sabio boicoteaba al poeta y lo suplantaba. Salvo algunos poemas fascinantes, la voz del sabio apachurraba a la del poeta. Ese es el caso de Octavio Paz y también de don Alfonso Reyes. No es el caso de Pablo Neruda ni de Xavier Villaurutia. Ni de Whitman, ni de Emily Dickinson. Pero el caso más asombroso es el de Sor Juana Inés de la Cruz: el genio de esta poeta inmensa nunca sustituyo a la poeta. Es un caso excepcional en la historia de la literatura: ideas y poesía conviven con esplendor. Eso hace a Sor Juana una de las mejores poetas de todos los tiempos y le da la inmortalidad a sus poemas.