Las familias yucatecas: la familia Molina

La familia Molina constituye un caso especial en la historia reciente de Yucatán. Los hermanos Molina Solís, desde finales del siglo XIX y en los albores del siglo XX, realizaron distintas aportaciones que transformaron a la sociedad yucateca al punto de que cien años después las obras de Olegario, Ricardo, Audomaro, Juan Francisco, José Trinidad y Augusto Molina Solís siguen teniendo vigencia.

La familia Molina ha sido controvertida, y si bien la discusión ha dado lugar a las deformaciones más absurdas no es menos cierto que también ha estimulado el estudio de una familia que con el trabajo notable de algunos de sus miembros coadyuvó a construir el Yucatán moderno. Las características evidentes en varias generaciones la hacen particularmente sugestiva: la dedicación a los trabajos intelectuales: don Olegario fue el director fundador del Instituto Literario de Yucatán, antecedente de la Universidad Autónoma de Yucatán, su hermano Juan Francisco, con la colaboración de Audomaro, fue autor del trabajo historiográfico sobre la Colonia que se ha hecho en el estado, y otro tanto se puede decir de don Víctor Suárez Molina, el más destaco historiador económico del Yucatán del siglo XIX; en distintas generaciones, miembros de esta familia se han distinguido por promover la fundación de colegios en Mérida y en el interior del estado, ejemplos son: el Colegio de Enseñanza Primaria y Secundaria, el Colegio Católico, el de Jesús María, el Teresiano de Tizimín y la Universidad del Mayab y el Instituto Cumbres, entre otros; precisamente el bisabuelo del promotor de estos tres últimos, don José Trinidad Molina Solís, fundó, y dirigió, un colegio en Izamal; mención especial merecen los colegios Juan Francisco Molina Esquivel, Cecilia Solís de Molina y el Olegario Molina Solís, los tres sostenidos con los recursos de la familia Molina Figueroa, habiendo sido por muchos años director del último el poeta yucateco don Manuel Díaz Masa; el catolicismo explícito y militante es otro rasgo distintivo que ha derivado, en algunos casos, en el sacerdocio y la viga consagrada; fueron sacerdotes don José María y don Pastor Molina Solis, los sobrinos de éstos, don Carlos y don Audomaro Molina Castilla y don Emilio Suárez Molina. Esta fecundidad de vocaciones prevalece hasta nuestros días: el joven y muy querido sacerdote Jorge Laviada Molina es descendiente del célebre historiador don Juan Francisco Molina Solís, y otro Molina, José Trinidad Molina Casares, es diácono permanente.

Un rasgo destacado de la familia lo constituye el carácter emprendedor que aparece con frecuencia en las distintas generaciones de la familia Molina. Desde luego que en este campo vuelve a destacarse don Olegario, que a través de la Casa O. Molina y Cía, y, posteriormente, de la «Molina Montes», logra acumular una de las más grandes fortunas del México de los primeros años del siglo XX. La participación en la vida política también se ha dado en la familia Molina, desde don Julián Molina y Bastante, que fue presidente del Ayuntamiento de Bolonchenticul, hasta que sobrevino el decreto de Fernando VII aboliendo la Constitución de 1812, lo que dio lugar a una protesta de Molina y Bastante que lo llevó a prisión; el padre de los Molina Solís, don Juan Francisco Molina Esquivel, fue, también, jefe político de Boloncheticul y de Hecelchakán, habiendo sido tesorero general del estado en tiempos del gobierno de Manuel Cepeda Peraza, de quien fue secretario particular su hijo, el inteligente Olegario; hasta el hecho de que un descendiente, don Gustavo Molina Font, haya estado en la fundación del PAN en México. Desde luego que también en este capítulo se distinguió, nuevamente, Olegario, quien ha sido una de los gobernadores más controvertidos de la historia del estado, siendo que hasta sus detractores más severos reconocen la influencia que tuvo en el Yucatán del siglo XX. Es preciso tener presente que quizá no ha habido otro gobernante en al entidad que aglutine en torno suyo a tontos grupos de poder. Molina Solís, a través de sus hermanos sacerdotes, tuvo alianzas importantes con la iglesia; por sus hermanos profesionistas, con los universitarios y los intelectuales; por si mismo, con los hacendados y todos los hombres del poder económico de la época. Por todo esto, y por la era en que le tocó gobernar, después de Molina Solís las cosas en el estado no volvieron a ser la mismas.

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