Sorprende la noticia. En occidente los jóvenes descreen de la religión. México no es la excepción. La postura de la iglesia frente a al matrimonio, al control de la natalidad y a otros temas de moral , han alejado a los jóvenes. Otro tanto hacen los verbos: rogar, suplicar e implorar. Y qué decir de la liturgia basada en un monólogo. Creciendo en el culto a la democracia y los derechos humanos esos términos y ceremonias suenan extraños. Recelan de un Dios autoritario. Otro tanto hicieron las historias de los pederastas y la protección que les dio la misma iglesia. El caso del Padre Maciel fue determinante, pero más que  por su vida fue cierta “teología” que asumía que los ricos y poderosos eran elegidos por Dios para transformar a la sociedad, como sucedía en la Edad Media con los príncipes y los señores feudales. Esto ha reducido mucho el número de creyentes y practicantes. En Mérida ocurrió algo adicional: tanto el Colegio Mérida como el Montejo no tuvieron capellanes a disposición. Es increíble que las autoridades eclesiásticas hayan hecho algo semejante: abandonar a los colegios católicos de los cuales salían muchos de sus líderes. Algunos audaces sostienen que se trató de una estrategia que perseguía fortalecer otros dos colegios : el Patria, dónde estaba el padre Alvaro García Aguilar ; y los colegios de Los Legionarios de Cristo. Es curioso: éstos terminaron con grandes escándalos y el daño a la juventud de los otros colegios fue considerable. De ahí que este testimonio de entrega generosa de estos muchachos sea tan importante. Constituye, qué duda cabe, una sacudida que va a cuestionar a toda la juventud de Yucatán; una juventud hedonista , carente de valores trascendentes  y atada al concepto del éxito, que envilecido el erotismo, se ha entregado a las drogas y es incapaz de sentir empatía . Estos jóvenes sacerdotes merecen un cálido abrazo y el cariño de todos nosotros.