Catedral de Mérida

Esta imagen nos muestra la Catedral de Mérida con su hermosa iluminación. Tan afortunada que disimula la desproporción de las puertas en el frontis. Sin embargo nos exhibe con sinceridad un dilema: la unión entre la Catedral y lo que fuera el Palacio Arzobispal fue hecha al estilo afrancesado del llamado Ateneo y no se respetó el estilo colonial que advertimos en la foto anterior. Si la construcción del Ateneo fue un atentado al patrimonio histórico de Mérida, buen pudo dejarse como signo de la unión entre los dos edificios, respetándose el legítimo estilo colonial del espacio.

El teniente de Gobernador de Capitán General de las Provincias de Yucatán, don Francisco de Montejo, «El Mozo», fundó la ciudad de Mérida un 6 de enero de 1542. En el acta fundacional Montejo dice: «Como católico… lo primero que se ordenó fue escoger sitio y lugar para construir iglesia». A pesar de este mandamiento de la primera hora sólo se pudo levantar una iglesia de material vulnerable, era de techumbre de paja. Finalmente, en 1599, cuando estaba fresco el material de construcción, el Br. Juan de Izquierdo, séptimo obispo de Yucatán, le escribió al rey de España: «el tempo ha salido el mejor de todas las indias, porque en treinta años que tengo de servir a Vuestra majestad en el Perú y la Nueva España, no he visto cosa semejante». Apenas  se se tiene que destacar la redacción: Su ilustrísima no dice servir a Jesucristo ni a su Santa Iglesia, se protesta servidor del rey en las Indias. Por lo demás se le nota eufórico y satisfecho con la obra. En 1929 el arquitecto Federico E. Mariscal dijo: «La fachada de la catedral de Mérida, imposible de confundirse con otras, no tiene ninguna semejanza con las de nuestras catedrales de otras regiones del país; los muros lisos, extraordinariamente elevados: las portadas pequeñas en relación con la gran altura de los muros y, en el centro, una especia de gran arco triunfal con enorme escudo con las armas reales españolas, mismo que en 1822 fue borrado a cincel y sustituido por el águila coronada del Primer Imperio Mexicano, aunque conservó en tomo el «Gran Collar de Toisón de Oro». La descripción de mariscal muestra a la catedral de Mérida como una construcción singular, más que de gran valor estético. Quizás faltó destacar que todo el conjunto es severo, incluido el interior. Los pilares, las capillas interiores, la nave central, en fin todo es marcada austeridad. A propósito del escudo borrado a cincel don Justo Sierra O’Reilly dijo: «Feísimo emplasto, en que se esculpieron las armas nacionales, primero con el águila coronada, y después ocultando la corona tras una capa de yeso y cal».

Catedral de Mérida a principios del siglo XX

Se ha mencionado al arquitecto Pedro de Aulestia, de quien se dice vino de España para emprender los trabajos de edificación de la Catedral, pero el resultado no fue el esperado y se ha afirmado que la construcción se derribó. Sin embargo el nombre que perdura es el de Juan Miguel de Agüero y el de sus colaborador, Gregorio de la Torre.

Se menciona que se destinaron «trescientos indios semaneros para formar el peonaje de alarifes», de los cuales no se tiene registro alguno. Los trabajos para levantar la Catedral se suspendieron en 1573. El arquitecto Agüero era un hombre bien entendido en su materia: elaboró una maqueta para la catedral Metropolitana de la ciudad de México y se incorporó a los trabajos de la Catedral de Mérida en 1585 y falleció en 1590. A estos nombres hay que agregar el de Juan de Magaña, capataz criollo; el de Francisco de Pool, carpintero; el de Diego Can, también carpintero; Juan Sánchez, herrero; Geronimo Pérez, sastre y el de Rodrigo de Alcocer, comerciante a quien se le compraron dos campanas por doscientos cincuenta pesos en 1588. Asevera Cogolludo que en la parte inferior de la cornisa del cimborio está grabada una leyenda: «Reinando en las Españas e Indias Orientales y Occidentales la Majestad del Rey Felipe Segundo y siendo Gobernador y Capitán General, su lugarteniente de estas Provincias, don Diego Fernandez de Velasco, se acabó esta obra. Fue maestro mayor de ella Juan Miguel de Agüero. Año 1598». El templo tuvo un amplio atrio con verja forjada por un señor Bonelli. La emperatriz Carlota contribuyó con mil pesos para cubrir los costos de la obra. En el ángulo norte el enverjado se apoyó en una columna rematada con una cruz, ambas de piedra. Esta cruz fue removida en 1915 y restituida en 1973. La cruz fue durante la Colonia el punto de partida para medir la distancia de los pueblos. El frente de la iglesia poseyó un amplio asiento de cantería que desapareció cuando se eliminó el gran atrio de la catedral.

atrio de la catedral de Mérida a principios del siglo XX

Esta imagen muestra el atrio de la Catedral con su cerca, que permitía que la gente se sostuviera en ella. Llama la atención los vanos del Palacio Arzobispal; eran rectangulares y no ovalados como lo fuera cuando se afrancesó el edificio.

Atrio de la catedral de Mérida en nuestros días

En la actualidad ésta es la vista. Destaca el Ateneo no sólo por su posición, sino por su estilo. La verja que recientemente se restituyó parece respetar todos los detalles que prevalecían a principios del siglo XX.

La noche del 24 de septiembre de 1915 se vivió una de los pasajes más vergonzosos de la historio de Yucatán. Una turba salvaje destruyó la puerta de la Catedral y se dedicaron a destruir todas las imágenes y retablos que fueron parte del patrimonio cultural del pueblo de Yucatán. Las imágenes del Señor de la Conquista, la de la Virgen de las Mercedes y la de la Santísima Trinidad fueron destruidas, como lo fueron otras tantas cosas. Intentaron destruir la imagen del Cristo de las Ampollas, mientras la banda de música local tocaba «La Cucaracha». Arrastraron hasta la calle la imagen del Cristo de las Ampollas y ahí la abandonaron, recogiéndola la policía, quien la condujo a la Comandancia Militar. El órgano fue destruido, como se hicieron destrozos en las capillas del Sagrario, Divino Maestro y San Juan de Dios. Según nos dice don Fernando María Ávila Álvarez en 1916, se demolieron la sacristía y la capilla de San José para crear el Llamado «Pasaje de la Revolución».

retablo-destruido-de-la-catedral-de-merida

Esta imagen es posterior al asalto a la Catedral perpetrado en tiempo de Alvarado. Este pasaje constituye una de las páginas vergonzosas de nuestra historia: se destruyó el patrimonio de todos los yucatecos. A la destrucción la animó un delirio fanático infrecuente en otros pueblos y en otros pasajes de la historia.

Retablo-de-la-catedral-de-merida

Así se veía el retablo de la Catedral antes del brutal asalto. Ahora sólo presiden el templo el Cristo de la Unidad. Hay en esto un simbolismo: el centro es Jesucristo y nada más. Es, en cierta forma, una respuesta a los agresores.

Preside la Catedral, sobre el presbiterio, el «Cristo de la Unidad» que labró el escultor madrileño Ramón Lapayese del Río en año de 1965, por encargo del segundo arzobispo de Yucatán, don Fernando Ruiz Solórzano. El Cristo es de 7.65 metros de altura en madera de abedul y descansa sobre una cruz de caoba que mide doce metros desde el piso. Se trata de un Cristo agonizante con los clavos en la muñecas y no en las palmas de l mano, como consta en la Sábana Santa; mientras los pies están sujetos por un solo clavo. Fue el propio don Fernando Ruiz Solórzano quien lo llamó «Cristo de la Unidad», y tutela la Catedral y a los fieles, en lugar del antiguo retablo destruido por la barbarie.

Durante la Colonia, las parroquias estaban divididas por «castas»: El Sagrario-Catedral, par españoles o blancos; la del Santo Nombre de Jesús, para negros o pardos, como lo había sido la ermita de Santa Lucía; la de Santiago, para indios de barrio y criados de españoles, y la de Guadalupe o San Cristóbal, par indios de las afueras de la ciudad.

Vista de la catedral desde la plaza grande

Esta vista de la Catedral atraviesa el legendario kiosco de la Plaza Principal. En 1882, siendo gobernador del Estado el Sr. Rosado Reyes, se construyó el kiosco desde la cual una banda de música ofrecía los domingos por la noche las históricas retretas de feliz memoria.

Vista de la Catedral de Mérida desde la Plaza principal en neustros días.

La misma vista en nuestros días sólo muestra los campanarios de la Catedral. Quizás se haya visto como un signo poco moderno mantener el kiosco y las retretas, sin embargo, sería afortunado intentar devolverle a la plaza ese encanto amable con la vida de la ciudad.

Grabado iluminado del siglo XIX

Este grabado iluminado del siglo XIX nos permite ver una plaza diferente: una parte cerrada y una abierta. Se logra percibir que ya se había separado la catedral que estaba unida a la plaza principal, punto al que algún día llegaremos, cerrando el tránsito vehicular parte del centro de la ciudad.

Vista de la catedral de mérida