En la Gran Plaza, en el lugar que ocupara Graps, abrió sus puertas un nuevo restaurante: La Casa de los Abuelos. He ido a desayunar en varias ocasiones atraído por la decoración y el buen servicio. Descubrí un plato que me cautiva: omelette de huevos con huitlacoche. Tomé la peregrina decisión de que me lo dieran en una torta, así es como supe porque se dice que en La Casa de los Abuelos se sirve el peor pan de Mérida. El cargo puede ser excesivo, con algo de suerte puede darse con el pan recién hecho, de lo contrario la experiencia será ingrata. Ya se sabe: el pan frío asesina a la mejor receta. La Casa de los Abuelos martiriza a los parroquianos poniendo música al más alto volumen. Practica insoportable e indigna de una cafetería donde la gente va a conversar. En la complicidad de los empleados nace una broma enervante: cuando un comensal pide que bajen el volumen de Margarita la Reina de la cumbia, se da cumplimiento al mandato para que, minutos después, vuelva la estridencia acompañada de las risas burlonas del personal. Parece que esto no ha hecho blanco en el nombre del restaurante, pero lo hará algún día.