Discurso pronunciado por Gonzalo Navarrete Muñoz en la tercera reunión de egresados de la UADY.
Universidad-de-Yucatan

MUY BUENAS NOCHES

La ciencia y la sabiduría son cosas diferentes. La ciencia, basada en el pensamiento racional de occidente, si acaso logra insinuarnos el vasto dominio de lo que ignoramos. La sabiduría nos lleva a aceptar esta realidad, a contemplar el misterio y comprender lo imperfecto e inacabado de la naturaleza humana. Este multisecular colegio ha sido, es y será una de las mejores universidades de México porque ha atendido con  igual esmero a la ciencia y a la sabiduría. Nuestra historia es muy larga.  La genealogía de la actual universidad autónoma de Yucatán es muy antigua y riquísima.

En en el año de 1546, proveniente de las Misiones de Guatemala, llegó a Yucatán un grupo compuestos por los frailes franciscanos. Francisco de Montejo, el mozo, inteligente y eufórico todavía por los clarines de la victoria, recibió con entusiasmo a los frailes y mandó llamar a los caciques de la región y les informó de la labor de estos, recomendándoles que aprendieran lo que se les iba a enseñar.

Durante el primer siglo de dominación española llegaron a Yucatán 348 misioneros de la Orden de San Francisco. Es bien sabido que Francisco de Asís fue, quizás, el primer ecologista de la historia de la humanidad, o el segundo después de San Benito que fue alimentado por un cuervo durante un cautiverio,  por eso, y por la legendarias reglas benedictinas, los militares enfrentaron a los dos santos varones en la legendaria fortaleza: mitad cuartel militar y mitad convento franciscano, ambos sobre una pirámide maya, quizás la construcción mas rica de la colonia  hoy espacio reducido  a un mercado .  Los hijos espirituales de Francisco, acometieron la labor de evangelizar, y «occidentalizar», a los mayas de estas tierras en tiempos en que no estaba clara la naturaleza humana de los indios del Nuevo Mundo. Los franciscanos ponían especial empeño en enseñar “labores”, cultivos, como hacer telares, alfarería, etc. Los críticos de la universidades contemporáneas reprochan que los centros de estudios superiores no ofrecen lo que se llaman “activos internos”, es decir  conocimientos específicos para que los egresados puedan vivir de ellos. Pienso que estamos retomando los orígenes de nuestra educación y combinando las dos concepciones: la franciscana y la jesuítica.

LOS JESUITAS Y LOS COLEGIOS DE SAN FRANCISCO Y DE SAN PEDRO EN YUCATÁN

Existía un vivo interés en Yucatán porque los jesuitas abrieran un colegio en la provincia. Para entonces los jesuitas ya gozaban de su bien ganada fama como maestros, hombres de letras y de ciencias; la labor de los franciscanos había sido pionera, pero ahora se necesitaba elevar el nivel y darle otro sentido a la educación. Finalmente en el año de 1618 llegaron a Yucatán los R.R. P.P. Tomás Domínguez, como rector o superior, Francisco de Contreras y Melchor Maldonado, el Capitán don Martín de Palomar era el benefactor de la obra. De hecho don Martín donó la propiedad donde se levantaría el colegio, justamente donde hoy se encuentra la iglesia de Tercera Orden, el Congreso del Estado, el Teatro Peón Contreras y el que después fuera conocido como el «Callejón del Cabo Piña», hoy la calle 57 -A. No se quien tenga los títulos de propiedad de estos espacios , pero si sé que son nuestros incluidas las inolvidables golondrinas cuyos cantos se nos grababan en los otoños y los inviernos de cada año.Este colegio llamado de San Francisco Javier precedió al de San Pedro que se fundó en 1711 .

Ya el Colegio de San Francisco Javier había obtenido el permiso para otorgar grados académicos a semejanza de las Universidades de España, pues al principio la enseñanza fue solo primaria. Posteriormente se abrieron las cátedras de Humanidades, Filosofía, Teología y Derecho Canónico, esta última a cargo, ni más ni menos, que del sabio jesuita P. Alegre que andando el tiempo se convertiría en el gran historiador de la Compañía de Jesús  en Nueva España. Así es que en el celebre Colegio de San Francisco Javier encontramos el antecedente de la educación superior en Yucatán, dado que esta Institución otorgaba grados de Bachiller, Licenciado, Maestro y Doctor. Ignoro porque a este edificio no se le llama colegio de san francisco Javier, nombre menos burocrático que el de edificio central de la UADY.

Esto implicó una transformación profunda en la Provincia, tanto más cuando que llegaban más maestros trayendo a Yucatán conocimientos y habilidades que ponían a disposición de la juventud de aquel entonces. La Ley XIII, título 1 o, Libro VI de la Recopilación de Indias mandaba poner escuelas primarias en todas los pueblos de indios a efecto de elevar el nivel de la población. Animada por obispos, clérigos, capitanes generales y, desde luego, por el ambiente que los colegios de jesuitas, y el de los franciscanos que existía en el Convento de San Francisco, en Yucatán la Ley se impulsó con gran entusiasmo. Sin embargo el12 de junio de 1767, por orden terminante de Carlos III, los jesuitas salieron de Yucatán, como lo estaban haciendo de España y sus dominios. El golpe fue tremendo y aunque hubo un intento posterior por abrir el Colegio de San Pedro, la ausencia de los miembros de la Compañía de Jesús fue sensible en la provincia. Ya antes en 1751 se había autorizado la erección del Seminario de San Ildefonso, institución que con su larga historia hasta hoy perdura. Con la salida de los jesuitas de los dominios españoles se pretendió que los seminarios cumplieran la función de educar a la juventud, lográndose, adicionalmente, el efecto de evitar la influencia de las ordenes religiosas sobre la sociedad.

En el Seminario de San Ildefonso también podía estudiarse Humanidades, Latín, Aritmética, Física, Literatura, Retórica, Gramática, así como Herbolaria Medicinal y, desde luego, «Cultivos». No existía, como es fácil de intuir, pluralidad en las- cátedras. Sin embargo el ambiente no era tan cerrado como algunos han querido verlo. Ya Carlos Fuentes no los advirtió en su libro «El Espejo Enterrado»: los baúles de los sacerdotes y clérigos no eran revisados, por eso en ellos venían al Nuevo Mundo los libros de los hombres de La Ilustración, plagados de ideas sediciosas; de esa manera los sacerdotes contribuyeron en el siglo XVIII a gestar el clima que propiciaría las independencias de los dominios Españoles. Ya se sabe: la iglesia en América fue, desde el primer momento, muy diferente a la que existía en Europa, y, en mayor o menor medida, desde la Colonia hasta nuestros días ha acompañado a los pueblos de América en todos sus procesos de liberación. Finalmente el padre de nuestra patria es un cura, aunque suene algo impropio.

LA UNIVERSIDAD LITERARIA Y LA ACADEMIA DE CIENCIAS Y LITERATURA DE YUCATÁN

La Independencia nace, como posteriormente lo harían la Reforma y la Revolución, los tres grandes movimientos sociales de nuestra historia,con los ojos puestos en la educación como la vía de la superación de la patria. En la historia de nuestro país la educación parece un destino mítico al que no nos es fácil arribar. De ahí que como consecuencia de las leyes de Instrucción Pública dictadas por los congresos republicanos, se haya fundado en Yucatán, en el año de 1824, la Universidad Literaria, adscrita al Seminario Conciliar de San Ildefonso. Estas leyes renovaron el impulso, que, como hemos visto, venía de años atrás, por abrir escuelas primarias en Mérida y en las principales poblaciones del estado. Ya existía en Yucatán un especial interés por la educación, ya se percibía en el estado que la diferencia que podía existir entre un hombre y otro solo la establecía el nivel de educación. Esto no quiere decir que fuera fácil para los indígenas y los desposeídos ser aceptados  en las escuelas, pero si define la sensibilidad que existía en Yucatán por la educación y las manifestaciones culturales, esas que años después gestarían la fama del estado. Durante ese tiempo aparecieron en Yucatán un buen número de escuelas particulares y se abrió la primera escuela oficial para niñas en el año de 1846, lo que muestra otro rasgo especial de la educación en Yucatán no tan común en otros pueblos de origen hispano, ni en la España misma , la. Equidad de genero heredada de los mayas y cantada por nuestros poetas cuando le cantan al amor que solo puede darse en sociedades de mujeres libres.La enseñanza privada existía desde los tiempos de la Colonia, pero no en forma de escuelas como hoy las conocemos, sino en casas particulares y con objetivos más bien limitados. Finalmente en el año de 1849 se estableció la Academia de Ciencias y Literatura, ubicada en el antiguo local del Colegio de San Pedro. La Constitución de 1857 proclamó el principio de libertad de enseñanza, marcándose así el inicio de una nueva era.

EL INSTITUTO LITERARIO DE YUCATÁN Y EL COLEGIO CIVIL UNIVERSITARIO

El Colegio Civil Universitario fue creado por decreto del25 de abril de 1862 y tuvo, ciertamente, una efímera existencia. Según don Eligio Ancona, el Colegio «fue un primer ensayo para secularizar la enseñanza». El primer artículo del decreto por el cual fue creado establecía: «Que era un establecimiento público, científico, literario, cuyo objeto era propagar las luces por medio de cátedras o escuelas públicas de enseñanza secundaria o preparatoria y superior o de facultad». Tras su desaparición, y en los primeros momentos de la restauración republicana, el Gral. Manuel Cepeda Peraza creó el Instituto Literario del Estado, que empezó a funcionar el 15 de agosto de 1867. El Imperio se había interpuesto entre este instituto y el Colegio Civil Universitario, pero finalmente abrió sus puertas con las siguientes escuelas: Escuela Especial de Medicina, Cirugía y Farmacia; Escuela Especial de Jurisprudencia y Notariado; Escuela Normal de Profesores; la instrucción primaria, inferior y superior, la biblioteca «Cepeda», patrimonio nuestro de incalculable valía ; y el Museo Yucateco. El primer director y autor del reglamento del Instituto fue don Olegario Molina Solís. Este hombre brillante y controvertido,  era un hombre sensible, culto e inteligente que también escribió en el libro de su vida páginas que merecen el reconocimiento público, como las relativas al capítulo del Instituto Literario del Estado.

En los tiempos del Instituto Literario se establecieron con claridad los años de enseñanza inferior, que se impartían en cuatro, y los de la enseñanza superior, que abarcaban dos. En ese entonces se impartían las siguientes materias: Latinidad, Raíces Griegas, Francés, Cronología e Historia Antigua; Filosofía, Matemáticas, Historia Romana y Media, Historia Moderna e Inglés; Física, Química, Historia Natural y Astronomía. El Instituto Literario recibió la herencia que a través de muchos años se había forjado y sus directivos y maestros lograron algo excepcional.

De otros estados de la república llegaban jóvenes a estudiar en el Instituto Literario.  El Instituto Literario merecerá siempre un capítulo en la historia de Yucatán por todo lo que significó para la evolución de nuestro pueblo. Eran aquellos tiempos distintos: cualquier egresado de una Escuela Superior del Instituto entendía de música y literatura y tenía una respetable cultura general que lo hacia especialmente sensible, basta revisar los trabajos de aquel entonces para comprender el alcance de estas afirmaciones. Nos fácil entender porque estudiamos matemáticas, ese invento del hombre que ahora lo domina, desde los primeros años hasta las estadísticas que aparecen en todos los programas y no hacemos lo mismo con la literatura. Quizás nuestro país se salvaría si sus líderes leyeran mas poesía. No solo la duda por sistema alienta el espíritu científico, también la imaginación. Evoco al maestro Eduardo Urzáiz Rodríguez que tradujo a Longfelow, escribió una novela sorprendente, «Eugenia» y un ensayo sobre sor Juana Inés de la cruz que sigue asombrando: El espíritu varonil de sor Juana. El viejo Urzaiz era maestro normalista y medico ginecobstetra y psiquiatra, también tuvo 14 hijos. Las matemáticas es una materia omnipresente a lo largo de la vida estudiantil de un hombre. Los seres humanos inventaron los números para luego ser dominados por ellos. El hombre cree en las matemáticas aunque nunca haya visto un cinco en la naturaleza. Asimismo a lo largo de toda la currícula habría que enseñar literatura. Este país se salvaría si su población leyera más poesía. No solo la duda por sistema alienta el espíritu científico, la imaginación hace otro tanto.

ESCUELA NORMAL DE PROFESORES DE YUCATÁN

En 1868 se creó un establecimiento de enseñanza normal para profesores. Los deseos de fundarlo venían de tiempo atrás, pero es posible que la Guerra de Castas y otros elementos del clima político hayan impedido su fundación. Finalmente con la Escuela Normal de Profesores ya era posible unificar la enseñanza y darle otra dimensión al trabajo de los maestros, que si bien en la mayoría de los casos era esforzado y apostólico requería de elementos más sólidos para que rindiera frutos. La Escuela Normal de Profesores quedó bajo la supervisión del Instituto Literario del Estado y el programa de estudios incluía las siguientes materias: Ortología, Caligrafía, Gramática, Aritmética, principios generales de Geografía, Catecismo Político Constitucional y principios de Moral y Urbanidad. Puede notarse la ausencia de la Didáctica y la Pedagogía que aparecerían después, sin embargo llaman la atención las materias que abordan el área de actitudes y que constituyen un acierto notable, que, lamentablemente, luego desaparecería dejando un vacío que deformaría la educación en nuestro país.

Se dice que la Reforma planteó un cambio en México con una solidez moral que no había tenido la Independencia y que no tendría, ni por asomo, la Revolución. Los hombres de la Reforma eran verdaderos líderes morales de la sociedad. Así es como podemos entender que, bajo el influjo de la Constitución del 57, existiera la preocupación por formar en una catecismo laico a los maestros para que estos a su vez hicieran lo propio con la niñez y la juventud.

Finalmente después de un período de inactividad la Escuela Normal quedó definitivamente establecida bajo la dirección del Instituto Literario del Estado.

LA UNIVERSIDAD NACIONAL DEL SURESTE

José Vasconcelos

En 1921, siendo gobernador del estado don Felipe Carrillo Puerto, visitó el estado el entonces secretario de Educación Pública, don José Vasconcelos. El mismo licenciado Vasconcelos dice en sus memorias que Carrillo Puerto fue uno de los gobernadores que secundó con entusiasmo, y con recursos, todos los planes y programas de la reforma «vasconceliana». Quizás no todos en un legendario opúsculo llamado manual del hogar felipe Carrillo puerto animaba el control de la natalidad , se dice que en respuesta Vasconcelos inspiro el día de la madre que después consagraría un periódico nacional.

Pero Vasconcelos pensaba que era necesario crear tres universidades nacionales para descongestionar a la de México: la del Norte, con sede en Monterrey, la del Poniente, con sede en Guadalajara y la del Sureste, con sede en Mérida~ Esta distinción trascendente permite apreciar la visión que en aquellos años se ‘tenía del estado de Yucatán en materia de educación y nivel cultural. Correspondió a don Eduardo Urzaiz el trasladarse a México para realizar las gestiones necesarias para la fundación de la Universidad Nacional del Sureste, que de acuerdo al decreto del 25 de febrero de 1922 quedó fundada.
Esta transformación implicó una era dorada en la Universidad, era cuyos efectos se extendieron a las décadas siguientes. Se transformaron las escuelas superiores, se capacitaron maestros y renovaron programas e instalaciones, se creó todo un ambiente universitario, propicio para la creación y difusión de conocimientos. Se crearon los «Cursos Libres de Comercio», que eran nocturnos y se ofrecían en la Escuela Normal Mixta y que eran dirigidos por la Profa. Raquel Dzib Cícero. Como nunca antes se puso en marcha un programa editorial, publicándose obras de autores yucatecos; la biblioteca de la Universidad llegó a conformar un acervo de novecientos volúmenes, lo que en aquel entonces era significativo. Esta actividad, como es fácil intuir, se irradió a las escuelas primarias, secundarias, a la de Artes y Oficios, a las escuelas rurales y a las privadas, creándose un clima de superación constante que en mucho benefició a la sociedad yuca teca. Nuestra historia es larga , los egresados muertos son más que los vivos, pero todos comparten la misma Alma Máter. Nuestra Facultad de Derecho fundada en 1824 ha dado a lo largo de su historia hombres brillantes que concibieron el Juicio de Amparo o que escribieron el primer código civil en México. Nuestra Facultad de Mediciana fuenda en 1833  nos ha hecho dueños de una tradición médica reconocida en el sur de México y en Centroámerica. La facultad de ingeniería fundada en 1867 y la de química en en 1880 proyectan lo que somos, con todas las escuelas que ahora ofreceos: una de la mejores universidades de México.

Permítame un comentario personal, a la edad de 18 años crucé por primera vez el augusto portón de este multisecular edificio. Ya he vivido lo suficiente para decir que este es uno de los grandes privilegios de mi vida. He estado en otras universidades de México y del mundo y  he descubierto que la actual universidad autónoma de yucatan es heredera de la tradición que conformó esta provincia. Merida es asombro para extranjeros y parece ser otro Mexico, quien se atrevería a negar que esta  es otra de las grandes aportaciones de nuestra casa. Por una universidad no hablan ni sus autoridades ni sus maestros ni sus alumnos, hablan sus egresados. Por eso es imprescindible entender que cuando nos otorgaron un titulo nos hicieron miembros de una estirpe de profetas , obligados a anunciar y a denunciar. Fuimos investidos jaguares, es decir balames, pero esta es una palabra que no va sola,  todo egresado es un chilam balan , es decir un profeta al servicio de los demas,y hac contraído el compromiso que hoy refrendamos, ser jaguares por siempre, porque ese es designio irrenunciable. Y honrar lla casa a la que pertenecemos hasta el último día de nuestras vidas.