El Nombre

El primer signo distintivo de esta hermosa calle es que lleva el nombre del conquistador. Caso infrecuente en toda América Latina, la ciudad de Mérida honra al conquistador Español poniéndole su nombre a la calle más hermosa. Algunos han querido ver en este gesto el hispanismo que tenía puesta la mirada en Europa y no en su propio pasado. Esto no puede ser aceptado; años después de  la construcción del Paseo de Montejo las autoridades emanadas de la Revolución Mexicana pretendieron quitarle a la augusta avenida lo que se veía como una afrenta: el nombre del conquistador, sin embargo la población no aceptó el cambio.

La Era de Oro

El Paseo de Montejo se traza a finales del sigo XIX y se empieza a construir en el a principios del siglo XX, en los días en que  se vive Mérida vive una fiebre de construcciones como no la había vivido antes. La situación era comprensible: se vivía la era de oro del henequén, fibra dura que fue algún año el producto de mayor exportación en México y que tenía gran demanda en los Estados Unidos pues servía para atar las pacas de trigo.

La Arquitectura

Por su fecha de construcción el Paseo de Montejo acusa la influencia francesa de «Bella Época», sin embargo esto no bastaría para definir la historia de algunas mansiones como las «Casas Cámara», el «Palacio G. Cantón», donde hoy se encuentra el Museo de Antropología e Historia; la «Casa Peón de Regil», la casa «Molina Montes», otras muchas cuyos planos pudieron ser traídos de Europa, así como los mármoles que revisten pisos y paredes y todos los muebles que las alhajaron. Antes de que tomaran el rango que llegó a tener, en tanto se poblaban y se construían las casonas, el Paseo de Montejo fue una suerte de pista de carreras de automóviles. Originalmente el paseo de Montejo llegaba hasta donde se encuentra la estatua de Justo Sierra O’Reilly, es decir hasta la confluencia con la avenida Pérez Ponce; tiempo después se le adhirió el tramo que lleva hasta el Monumento a la Patria, edificado en piedra y tallado a manera de mural, obra del gran escultor Rómulo Rozo.

El Monumento a la Patria

Este gran monumento refleja, en el tallado, la historia de la formación de la nación mexicana. El Paseo de Montejo ofrece hoy restaurantes, cafés, hoteles, oficinas de lineas aéreas, bancos, etc; ha perdido ciertamente su categoría residencial pero, a pesar de todo sigue manteniendo su aire aristocrático y el poder de hablarnos de una época de la historia de Yucatán y México.