Edificio de la UADY

El Colegio Civil Universitario fue creado por decreto del25 de abril de 1862 y tuvo, ciertamente, una efímera existencia. Según don Eligio Ancona, el Colegio «fue un primer ensayo para secularizar la enseñanza». El primer artículo del decreto por el cual fue creado establecía: «Que era un establecimiento público, científico, literario, cuyo objeto era propagar las luces por medio de cátedras o escuelas públicas de enseñanza secundaria o preparatoria y superior o de facultad». Tras su desaparición, y en los primeros momentos de la restauración republicana, el Gral. Manuel Cepeda Peraza creó el Instituto Literario del Estado, que empezó a funcionar el 15 de agosto de 1867. El Imperio se había interpuesto entre este instituto y el Colegio Civil Universitario, pero finalmente abrió sus puertas con las siguientes escuelas: Escuela Especial de Medicina, Cirugía y Farmacia; Escuela Especial de Jurisprudencia y Notariado; Escuela Normal de Profesores; la instrucción primaria, inferior y superior, la biblioteca «Cepeda», que hasta hoy existe aun cuando a lo largo de su vida ha sido víctima de toda clase de saqueos; y el Museo Yucateco. El primer director y autor del reglamento del Instituto fue don Olegario Molina Solís. Este hombre brillante que llegó a amasar una de las fortunas más grandes de los tiempos del «porfiriato», manipulando los precios del henequén en perjuicio de todo su pueblo, y que animó desde su posición las prácticas feudales que prevalecían en Yucatán, era un hombre sensible, culto e inteligente que también escribió en el libro de su vida páginas que merecen el reconocimiento público, como las relativas al capítulo del Instituto Literario del Estado.

En los tiempos del Instituto Literario se establecieron con claridad los años de enseñanza inferior, que se impartían en cuatro, y los de la enseñanza superior, que abarcaban dos. En ese entonces se impartían las siguientes materias: Latinidad, Raíces Griegas, Francés, Cronología e Historia Antigua; Filosofía, Matemáticas, Historia Romana y Media, Historia Moderna e Inglés; Física, Química, Historia Natural y Astronomía. El Instituto Literario recibió la herencia que a través de muchos años se había forjado y sus directivos y maestros lograron un nivel distinguido que le dio fama a Yucatán.

De otros estados de la república llegaban jóvenes a estudiar en el Instituto Literario. Así llegaron de Tabasco Joaquín y Carlos Casasus, el primero llegó a ser un «científico» brillante en los tiempos de don Porfirio, lo que le brindó a su antiguo maestro, don Olegario Molina, magníficas relaciones al más alto nivel. El Instituto Literario merecerá siempre un capítulo en la historia de Yucatán por todo lo que significó para la evolución de nuestro pueblo. Eran aquellos tiempos distintos: cualquier egresado de una Escuela Superior del Instituto entendía de música y literatura y tenía una respetable cultura general que lo hada especialmente sensible, basta revisar los trabajos de aquel entonces para comprender el alcance de estas afirmaciones.