El presidente Benito Juárez emitió un decreto de fecha 31 de julio de 1861 en el cual se le otorgaba un permiso a Edwin Robinson y socios para la construcción del ferrocarril de Mérida a Progreso. De suyo el ferrocarril era una condición para cambiar la aduana marítima de Sisal a Progreso. Robinson falleció en Mérida, víctima de fiebre amarilla, en agosto de 1863. Con este fatal suceso quedo en suspenso la construcción del ferrocarril. Después de varias concesiones fallidas, múltiples ofrecimientos no cumplidos y ofertas de subsidios, gracias a la laboriosidad de José Rendón Peniche y los buenos oficios de Pedro Contreras Elizalde, yucateco yerno de don Benito Juárez, se pudo obtener la autorización conducente. Esto a pesar de un suceso importante: el 20 de noviembre de 1873 el gobierno federal otorgó una concesión a 14 hombres de negocios encabezados por Ángel Lascurain, Esteban Benecke  y Sebastián Camacho, para organizar una empresa enorme que se llamò Compañía de Ferrocarriles Interoceánico e Internacional. Sin embargo Rendón Peniche y Contreras Elizalde protestaron enérgicamente y consiguieron quedarse con la concesión. El gobierno federal se había comprometido a darle Rendón Peniche una subvención  de 6 mil pesos por cada kilómetro construido. Finalmente el 1 de abril de 1875 se puso el primer durmiente en la Plaza de la Mejorada. Rendón Peniche no contaba con los recursos para concluir la obra. Las cosas se complicaron y hubo demandas por incumplimiento. La obra se detuvo hasta que se reanudó bajo la dirección del Ing. Olegario Molina Solís. Finalmente con gran solemnidad la obra llegó a feliz término el 15 de septiembre de 1881.