Hace años el centro no tenía el apellido histórico, hoy lo tiene como una distinción de su abolengo. Esta área es extensa: es el segundo centro más grande de la República. Sin embargo podemos pensar que los siete barrios coloniales son la génesis de la ciudad. De ellos nacen las nueve genealogías de las colonias de Mérida. Genealogías porque una colonia engendra y esta a otra y así sucesivamente,  o adopta a alguna que se hizo más apartada. Así se compone esta historia: de  San Cristóbal- Mejorada nacen Chuminópolis, Wallis- Esperanza, Miraflores, Jesús Carranza- Alemán e Itzimná-Colonia México. Esto nos revela que San Cristóbal- Mejorada es el “corazón del corazón” de la ciudad ,quizás desde el tiempo de los mayas. En esta zona estaban  cuatro  de los cinco cerros de la ciudad:  San Benito, San Antón, en la calle 50, y dos más al norte de Mejorada. Las genealogías de la García Ginerés y de Pensiones nacen de Santa Anna, la de Inalámbrica de Santiago y la del sur, donde habita el mayor número de meridanos, Los Cocos, no nace vinculado a ningún barrio colonial, sino directamente a la Plaza Principal y sus alrededores. Los tres barrios coloniales restantes: San Juan, La Ermita y San Sebastián, no dieron lugar a genealogías por obvias razones: el primero por ser parte del centro mismo, y los dos restantes por haber sido poblaciones a las afueras de la ciudad. De manera tal que al centro de la ciudad concurre un gran número de gente a comprar, los habitantes de la genealogía de Los Cocos. Sin embargo también acuden de otras genealogías por dos razones: surtido o precio. Esto cambiara posiblemente cuando el sur sea autosustentable. Se ha avanzado en los últimos años, pero falta todavía. La Calle Ancha del Bazar es la calle de mayor aforo peatonal de la ciudad. La Primera Calle Nueva y el pasaje Emilio Seijo Rubio, siendo absolutamente peatonales no llegan a los niveles del antiguo Paseo de las Bonitas. El presente suele ser secreto o, al menos, confuso. Las medidas que el gobierno ha tenido que tomar para evitar los contagios que podrían darse en el centro pueden lastimar la vitalidad comercial del área: su auténtica vocación. Se generaban más de cincuenta mil empleos en el centro de cuyo destino se sabe poco hoy, y aun  no ha terminado este trance devastador. Recientemente he dado algunos recorridos por la zona y descubro algunos signos melancólicos:  algunas zonas con poca gente, ya no están las preciosas “marchantas” que en cestos vendían frutas , verduras , arepas , iswahes y otras delicias al entrada del Lucas de Gálvez, aun el tianguis de la Casa del Pueblo se ve contraído. Hay locales dentro de los mercados cerrados y otros empequeñecidos; la calle 65 de la 50 a la 54 se ve con poca vida, no tanto pero también se ve lastimada al 56.  Convendría mucho hacer un planteamiento para que el centro cumpla su vocación en tanto se logra hacer autosustentable a las colonias que conforman el sur y parte del poniente de la ciudad. Las colonias del sur son 94, si adicionalmente consideramos Wallis-Esperanza, Chuminópolis y Miraflores serían 43 más. Quizás no todos los habitantes de estas colonias acudan al centro, pero si un muy buen número lo hacía por necesidad y por la espléndida oferta que encontraba en ese centro que sigue, a pesar de todo, hermosamente tomado por la mayoría de los habitantes de Mérida.