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Don Joaquín estudió sus primeros años en la Escuela Modelo. Hijo de Joaquín Roche Arce, un comerciante de cierto éxito, Huacho pudo viajar a los Estados Unidos a estudiar. Su estancia en el extranjero fue una verdadera apertura. Al llegar a Mérida entró a trabajar en el negocio de su padre. Don Joaquín Roche Arce advirtió las posibilidades del mercado de la sal y fundó una modesta empacadora a la que llamó Roche Hermanos, aludiendo a sus hijos Joaquín, Roger, Alberto y Fernando. El joven Joaquín contrajo matrimonio con la jovencita Amira Díaz Ruz de quien vivió eternamente enamorado hasta el último día de su vida.

Interesado por la sal realiza una excursión familiar en barco a Las Coloradas y decide comprar las antiguas salinas. En esa breve estancia, en los días de la Segunda Guerra Mundial, descubrió paquetes de hule flotando en el mar, posiblemente provenientes de algún barco hundido. Ofreció a los pescadores dinero para que recobraran los paquetes que luego vendió. Del producto de la operación del hule se pudieron comprar algunas máquinas para iniciar los trabajos en las salinas.

Don Roger Roche se unió a su hermano y trabajaron muy duro, incansablemente para levantar el campo salinero. Con un crédito pudieron comprar la primera refinadora que trajeron de los Estados Unidos produciendo así una sal blanca y delicada como la azúcar. Los hermanos Roche, incansables, crecían las salinas y abrieron oficinas en México y en Veracruz y fundaron una compañía naviera que hacía la ruta Veracruz-Progreso. Don Joaquín construyó el local del nuevo Campestre en la prolongación del Paseo de Montejo, realizó inversiones en los bancos y nunca dejó de ampliar su negocio. Era un hombre opulento que usaba las mancuernas mas soberbias de que se tiene memoria, siempre de piedras preciosas o semipreciosas adornando sus guayaberas de lino. En diciembre para su cumpleaños ofrecía una fiesta con la mesa más exquisita de Yucatán: diversidad de recetas de camarones, manos de cangrejo, hojaldras de venado alcaparrado, mouse de queso Roquefort y cierto puré de de camote, era de lo mas recordado.

Don Joaquín se encontraba cercano a los noventa años cuando libró su última batalla. Les compró las acciones a sus sobrinos los Roche Ancona con un préstamo que se vio afectado por la crisis del 95. Era poca cosa para un hombre que había luchado con las fuerzas mas feroces de la naturaleza. Don Joaquín se distinguió por algo que en mucho lo define: procuró siempre los mejores salarios para obreros y empleados de su compañía. Era motivo de orgullo los sueldos que pagaba y las prestaciones que otorgaba. En muchos sentido Joaquín Roche Martínez es un ejemplo que hay que recordar.