Existen cuatro formas de vivir en Mérida: en una casa , en un edificio , “dentro de la ciudad” y “fuera de la ciudad”. Cada quien tiene derecho a elegir la forma que quiera. Cierto es que quien vive en un edificio no tiene la posesión de un terreno como quien vive en una casa , al mismo tiempo puede no tener sustentabilidad: los edificios no suelen ocuparse de tener tiendas de conveniencia, ni cajeros , ni escuelas, ni farmacias, etc; algo similar sucede con los desarrollos que están lejos de la ciudad : carecen de sustentabilidad y , en principio, de conectividad. Las ciudades son depresivas: sustituyen el verde , que es vida, con materiales de construcción , esto hace que mucha gente opte por vivir en un ambiente con suficiente verde. El costo que hay que pagar por vivir “ fuera de la ciudad “ es el tiempo que es un recurso finito y que hay que aprovechar. Los desarrollos fuera de la ciudad se afanan en ofrecer las llamadas “ amenidades”  que estimulan la demanda, sin embargo no ofrecen sustentabilidad lo que afecta el valor de los terrenos. La “amenidades” y “el paisajismo ” no dan valor a los terrenos, incentivan la demanda y esto afecta, asi sea transitoriamente , en el precio.

Vivir «dentro de la ciudad» puede ofrecer conectividad , sustentabilidad y , en pocos casos, nivel humano, esto le da valor a los terrenos y , en consecuencia a las construcciones, pero puede tener el inconveniente de que el ambiente de las ciudades no sea gratificante. Uno de los retos de las autoridades no solo es recobrar la estructura barrial sino contrarrestar el espíritu depresivo de las ciudades, la vida de los parques es un camino. Mérida está entrando a la adolescencia y tiene que cuidar todo aquello que la ha hecho una ciudad muy atractiva para vivir.