CIVILIZACIÓN Y BARBARIE EN LOS BIENES RAÍCES
Por: Gonzalo Navarrete Muñoz
En el mercado de bienes raíces concurren tres clases de agentes:
Los Vendedores, su función es vender haciendo las demostraciones, el manejo de objeciones y el cierre primario de la venta.
Los Asesores: su función es asesorar lo mismo a quien vende que al que quiere comprar. Se espera de él un conocimiento profundo sobre la plaza , los elementos para poder hacer un análisis de las características estéticas, espaciales y constructivas de un inmueble y la capacidad para calcular precios y valores de terrenos y construcciones.
Los Promotores, son aquellos que convocan a los dueños de terrenos , profesionales de construcción y otros inversionistas para concretar un desarrollo.
Aparentemente se ha aprobado un ley que establece que los asesores inmobiliarios tengan que registrarse en una instancia de gobierno. No se ha esclarecido cuáles serían los requisitos o criterios para otorgarle el registro a un asesor. Se ha creído que obtener un registro de alguna instancia federal otorga el rango de profesional: nada más falso. Los que obtienen ese registro pueden seguir siendo unos reverendos ignorantes sobre los criterios fundamentales para asesor en bienes raíces. En particular pueden exhibir , en su trabajo mismo, la ignorancia sobre la ciudad: sus calles y las características de las construcciones, llamado en conjunto el Vitrubio Ampliado; lo mismo se puede decir acerca de la relación precio-valor . Estos personajes son los aliados de los desarrollos que pueden estar haciendo daño a la ciudad: en realidad a menudo son vendedores que están al servicio de quién los contrata. Pero de manera hechiza quieren ser registrados . En este campo hay una lucha entre civilización y barbarie que debe resolver la autoridad. Como lo ha pretendido hacer el Ayuntamiento de Merida desde hace más de diez años. Tanto don Renan Barrera como don Mauricio Vila fueron promotores de profesionalizar a los asesores inmobiliarios y firmaron cientos de constancias.El gobierno debe respetar estos criterios y no darle patente de corso a la barbarie que tanto daño le hace a la ciudad.