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Due Torri evoca a los pequeños restaurantes europeos que mantienen su tamaño pretendiendo ofrecer la mejor calidad; esos establecimientos especiales que no encuentran mayor provecho en las multitudes. Ciertamente Due Torri mantiene una buena ocupación permanentemente, a pesar de esto un sábado por la noche pudimos encontrar una buena mesa para disfrutar lo acogedor del espacio que con su luz y su música tenue crea el ambiente necesario para las conversaciones serenas. Unas copas de vino acompañaron el “fungi trifoleti” y al “carpaccio de res” que se constituyeron en las entradas de una noche prometedora. El “funghi trifoleti” que es un plato de champiñones salteados con aceite de oliva y especies cubiertos de queso parmesano, es realmente, una entrada deliciosa; el sabor definido de los champiñones, aderezados y cubiertos de queso, estaba muy bien logrado. Yo no me entusiasmo por los “carpaccios” que se hacen en Mérida, sin embargo si alguno merece la pena ese puede ser el de res del Due Torri que esa noche estaba particularmente suculento. No cabe la menor duda: Due Torri es respetuoso de la materia prima y de los pasos que se requieren para convertirla en un platillo digno de recomendación; las pequeñas rodajas de res y el jugo que las acompañaban estaban en concordancia para hacer un excelente “carpaccio”. Ya se sabe: en Italia basta avanzar unos cuantos kilometros para encontrar, entre un pueblo y otro, universos gastronómicos distintos.

En Due Torri, se nos ha dicho, prevalece el arte de la región de Bologna, de donde provienen los dueños del restaurante. Lo cierto es que su carta ha logrado un éxito sorprendente en Mérida. Esta afirmación no es decorativa, bien es sabido es en el sector restaurantero que el caso de Due Torri es singular y que su ascenso y consolidación en el mercado meridiano no es común. Finalmente de la sugerente carta del Due Torri nos decidimos por una ensalda César”, una “lasagna de carne” y un plato que tenia “ravioles”, “canelones” y “lasagna” y un “filete al funghi”. La “ensalada César” cumplió su cometido sin pretensiones; la “lasagna”, “los ravioles” y los “canelones” si que merecen comentario aparte. En primer lugar, sin espacios par adulas, los ingredientes para las pastas son de primera calidad; importados de Italia, se preparan el mismo día persiguiendo ofrecer a los comensales una pasta fresca y tersa, lo que se logra con distinción. Los sabores que consiguen son de una placidez cautivadora pues los rellenos están muy bien preparados. Desde luego que la estrella de l noche fue el “filete al Funghi”, que es un filete de res cubierto de champiñones preparados; el plato en si es soberbio y el sabor amable de los champiñones, unido al de la carne, puede dar un resultado par a complacer al mas exigente; y es que con facilidad puede intuirse que se trata de un soberbio plato que combina texturas atractivas por igual par ala vista y el gusto. Para los postres ordenamos un “tiramisú” y un pastel con helado. El “tiramisú resutó diferente pero sabroso; el del ”Due Torri” era una suerte de crema cubierta de cierto polvo de chocolate. La noche se hizo larga con una conversación sabrosa que se había animado con la cena llevada a cabo en un lugar seguro donde cualquier sorpresa solo puede ser agradable, desterrados como están la improvisación y el mal gusto.