BORGES Y VARGAS LLOSA

LA LENGUA: UNA MANERA DE VER LA VIDA

Vargas Llosa presentó su libro sobre Borges. Don Mario es uno mejores de los artesanos literarios de la lengua castellana y de todas las lenguas. Pero tan bien es un espléndido critico literario. Vargas Llosa observó que Borges cambió la forma de adjetivar en español. La aportación borgeana le deba un color muy especial a la escritura gue lograba ponerse al  servicio de lo que se quería decir. El adjetivo a menudo es el que estimula la imaginación. En el siglo XIX se decía que hasta lo feo podría ser bello por efecto del lenguaje, así la lengua era una impostura o una manifestación ególatra del autor. Cierto, al Borges a menudo le interesaba sorprender pero otros han hecho uso de esta aportación histórica con mayor eficiencia. Borges escribió : “le cruzaba el rostro una cicatriz rencorosa”, el adjetivo “rencorosa” es absolutamente original y da una idea de la cicatriz. Así dice : “nadie lo vio desembarcar en la unánime noche”, pudo haber dicho “negra noche”, “noche oscura”, “silenciosa noche”, pero optó por una fórmula novedosa. En El Amor en los Tiempos del Colera dice García Márquez que una negra tenía senos atónitos. A don Julio Scherer los senos atónitos, atónito lo dejaron. Le habló a García Marquez para agradecerle esa genialidad. Ignoraba don Julio que le estaba rindiendo un homenaje a Borges, el magno escritor argentino.  Pero quizás el autor de La Fiesta del Chivo, esté cometiendo la misma confusión que Scherer. Posiblemente el primero que cambio la forma de adjetivar en la lengua castellana fue el poeta Ramón López Velarde. Dice el poeta mexicano: “y mi prima llegaba con un contradictorio prestigio de algodón “, el prestigio de algodón es asombroso ; “tejía mansa y perseverantemente en el sonoro corredor”, en este caso ha de quedar claro que no hay aviso de que hubiera música o ciertos ruidos ; todo parece indicar que el corredor sonaba en si mismo como un caracol. Pero nada es más sorprendente que : “me causaba calosfríos ignotos”, si hubiera dicho “desconocidos” no hubiera logrado el mismo efecto, quizás “anónimos” o “inéditos” tuvieran una novedad pero no el acierto de “ignoto”. López Velarde era leído por Borges, pero no es traducido como el agentino , ni goza del mito que enciende a Borges. Hace unos días le hice esta observación al crítico lietario Guillermo Sheridan quien publicó un libro sobre López Velarde, solo me respondió “salud”. Abundo , y no de paso, si los programas educativos incluyeran  español y literatura desde el primer año elemental hasta el último universitario, como se hace con matemáticas , México sería otro.