Se  cumplen cien años de la muerte del poeta Amado Nervo. En vida gozó de mucha fama y muerto también: su entierro fue tumultuoso. Es un caso muy especial, los poetas en ese tiempo ya no eran populares. Sin embargo el hombre primero habló en poesía : con ritmo y con fantasía y después empezó a construir planteamientos racionales.

Quizás La Ilustración entronizó a la razón como el eje de la vida humana y por eso los Románticos sostenían que la razón es el verdadero demonio: el hombre está hecho de imaginación y deseos , la razón es una seducción trágica. El arte tiene la misma función que la ciencia : revelar misterios del universo. Lo que cambia son los procedimientos.

A pesar de esto, en medio del combate entre realidad y fantasía y razón e imaginación la sociedad no ha sido condescendiente con los poetas: los mata de hambre o los recluye en un manicomio. Fernando Pessoa y Ezra Pound son los ejemplos más claros. Desde hace siglos ningún poeta puede vivir de su trabajo porque su trabajo no tiene valor en el mercado. Es una gran paradoja de la humanidad:  es la vida la que imita al arte y  los poetas son los líderes de la humanidad.

Pero así es el hombre: mata a sus profetas, después los diviniza.   A pesar de los aplausos de sus lectores  Amado Nervo fue indiciado por sus propios colegas años después de haber muerto. Jorge Cuesta no lo incluyó en su famosa antología y Xavier Villaurrutia lo veía con desdén. La critica más eminente es que en cuanto a la forma Nervo fue hijo de su tiempo  sin ninguna distinción especial, o quizás llegó a ser anacrónico.

Sin embargo Salvador Dìaz Miròn, modernista también, hizo algunos sonetos con una perfección asombrosa que hasta hoy nos conmueven. Logró instantes eternos, fundamentalmente oponiendo momentos de la realidad: el ahorcado funesto contra una naturaleza sonriente y unos niños jugando. Esto destrozaba la analogía de los Románticos que asumía que había un concierto entre los colores, la naturaleza y los hombres. Otro poeta de la época , Manuel J. Othon, produjo un poema asombroso Idilio Salvaje del que  se desprenden unos versos luminosos “ ¡A fuerza de pensar en tales cosas /me duele el pensamiento cuando pienso¡ “, esta es una de las funciones de la poesía: hacer sentir a la razón y en ese sentido el poema es de gran trascendencia.

Unos años después López Velarde y José Juan Tablada eclipsaban a Nervo: lo dejaban como fuera de la tradición poética que incluía la presencia de los Whitman, Baudelaire, Mallarmé , Apollinaire  y el haiku japonés, dejando atrás lo que Nervo podía proponer. El caso de López Velarde es revolucionario: introdujo el cambio en la forma de adjetivar que Vargas Llosa le atribuye a Jorge Luis Borges. En Mi Prima Agueda dice el poeta: “con un contradictorio prestigio de algodón”; “el sonoro corredor”; “calosfríos ignotos” ; “la costumbre heroicamente insana”.

Pero posiblemente lo que más incomodaba a los poetas de Contemporáneos es que Nervo pareció darle la espalda a los grandes debates de la poesía desde tiempo inmemorial: la vida como angustia, la muerte , el sueño, el tiempo, la locura, el amor y la pasión como combates, el decirle “si” al hombre y “no” a Dios y a sus jerarcas, etc. A los poetas de Contemporáneos les daría calentura el “vida nada me debes , vida estamos en paz”; ellos tan obsesionados con la muerte , que es a veces redención.

Ortiz de Montellano escribió Muerte de Cielo Azul, Xavier Villaurrutia Nostalgia de la Muerte y José Gorostiza Muerte sin Fin. Verían en Nervo una suerte de poeta falso, moralizante, hipócrita. Un poeta que traiciona su función: no revela misterios del universo , los oculta. Pero era un poeta que dio mucho y que sigue cautivando. Quizás no revele con nitidez  misterios del universo pero ha hecho feliz a millones de hombres y mujeres y eso tiene un valor.