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Glade jul por Viggo Johansen (1891)

La inercia deriva en indiferencia: los hombres no sabemos el porqué de nuestros actos y somos ajenos a los cuestionamientos. Eso parece cuando se ve con cuánta devoción las familias compran y decoran los árboles de navidad que nada tienen que ver con el misterio del nacimiento de Cristo. Ahora los árboles son naturales y olorosos, hace algunas décadas eran de materiales diversos y no desechables. Pero es posible que más allá de la navidad todavía gravite en todos nosotros los simbolismos que poseen los árboles.

Los árboles tienen varios significados para los hombres. Uno es el poético: el árbol está vinculado con la fecundidad, con el crecimiento, la sabiduría y la longevidad. De ahí que en diversas culturas exista el concepto del “árbol de la vida”. Otro significado es el místico, que por su condición no deja de ser poesía. El árbol entierra sus raíces y se eleva al cielo, así es como es el vínculo natural entre lo terrenal y los dioses. Con estas ideas y ante las crueldades del invierno algunos pueblos nórdicos cortaban unas ramas de los árboles y las adornaban durante parte del invierno, fundamentalmente los adornos eran de panes y frutas invernales, esta costumbre prevaleció por siglos, incluso llega hasta nuestros días en forma alegórica: los bastoncitos de caramelo-más modernos desde luego- las roscas de tela , etc; es preciso esclarecer que en la concepción nórdica el mundo era sostenido por un gran árbol y de ahí la explicación de que los árboles tuvieran luces.

Se cuenta que fue un misionero católico que ejercía el que se desveló por transformar esta costumbre pagana en cristiana. Sus empeños no estaban extraviados: si el árbol es una suerte de vinculación con la divinidad podría cumplir esa misión en los días en que se celebra la navidad. No se le disputa a Martín Lutero- el gran protestante- la costumbre de colgarle manzanas a los árboles que se usaban en las fechas navideñas; de suyo a partir de esta costumbre es que por mucho tiempo las esferas fueran rojas.

Desde los siglos XVI y XVII se tienen noticias de que en algunos pueblos de los que hoy son Alemania y Francia tenían la costumbre de poner un árbol y reunirse en torno de él. Sin embargo fue la reina Victoria de Gran Bretaña, Irlanda del Norte y los dominios de Ultramar, la que por primera vez en el siglo XIX adornó un árbol navideño con profusión y con velas, creando una verdadera obra de arte. Victoria tenía ascendencia germana, pero por encima de todo estaba casada con un príncipe alemán, Alberto, por el que sentía un gran cariño- lo que no es tan común en la realeza- quizás por esas dos razones la reina se entusiasmó con el árbol navideño.

La costumbre de entregar regalos en navidad es posible que sea más antigua: data de las fiestas a Saturno- los “saturnales” en los cuales se daban regalos- que se celebraban justamente en los días en que hoy conmemoramos la navidad. Hoy los regalos a los pies del árbol parecen ser parte de la decoración y centro del interés de los pequeños de familia. En México el ahuehuete ha tenido esa noción como entre los mayas la tiene el henequén. Cuenta una leyenda que el señor Zamaná al salir un día al campo, en busca de hierbas para sus provisiones medicinales, realizó un movimiento brusco y se lastimó la mano con la espina de una hoja larga y rígida. Uno de los acompañantes del señor Zamná cortó la hoja con su filoso cuchillo y la golpeó contra una piedra, los repetidos golpes dieron lugar a que de la hoja brotara un pulpa que se convirtió en un has de fibras blancas. Zamná hizo notar que la vida nace con dolor, por eso mandó a su pueblo que cultivara aquella planta con esmero. No es difícil preguntarse ¿Porqué no usamos el henequén, el mismo que le pareció tan estético a Octavio Paz, como árbol de navidad?

La corona de Adviento tiene raíces similares a la del árbol de navidad pero con un significado más explícito: debe contener cuatro velas, una por cada semana del tiempo litúrgico, que es el tiempo en que se espera la llegada del Mesías. Hoy , parece ser, la corona de Adviento se pone en las puertas de las casas, quizás más que como adorno también como un signo de esperanza, aunque manteniendo su forma circular se desvincula del fuego de la esperanza. Sin embargo existe una aportación de México al mundo occidental. La Flor de Nochebuena o Flor de Pascua. Esta hermosa flor cautivó a los españoles que la empezaron a usar para la fechas. Algunos dicen que los aztecas la llamaban cuetlaxóchitl que es como decir flor de pétalos resistentes como el cuero, otros aseguran que la llamaban tlazochitl , que significa flor que se marchita. Lo cierto es que un embajador norteamericano, Mr. Poinsiett, la dio a conocer al mundo y por eso se le llama “poinsettia”. Pero lo que no se puede negar que con los dulces de chocolate, la flor de nochebuena y el pavo México está presente en las navidades de todo el mundo cristiano.

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