Yucatán y la independencia de México

Yucatán y la Independencia de México

Con la liviandad común en estos pasajes algunos pretenden ver en el 15 de septiembre de 1821 una proclamación de independencia de Yucatán de la Corona Español. Cierto, el 24 de febrero de 1821 se firma el Plan de Iguala por los dos bandos encontrados y se establecen las tres garantías históricas: la Independencia de México de España, la religión católica como única y la unión de todas las clases sociales. Sin embargo no fue sino hasta el 15 de septiembre de 1821 que las autoridades civiles, militares y religiosas-incluidos cinco sacerdotes-, así como algunos vecinos, se reunieron en Mérida para discutir las noticias recibidas de Tabasco. En realidad las nuevas daban cuenta de los avances de los ejércitos independentistas. Tras la fatigante deliberación se produjo uno de los documentos más singulares que se han proclamado en Yucatán:

Que la Provincia de Yucatán, unida en afectos y sentimientos a todos los que aspiraban a la felicidad del suelo americano, proclamaba su emancipación política de la metrópoli bajo el supuesto de que el sistema de independencia, acordado en los planes de Iguala y Córdoba, no estaría en contradicción con la libertad civil.

Que Yucatán haría la proclamación solemne de su independencia, luego de que los encargados del poder interino en México fijasen las bases de la nueva nacionalidad.

Que entre tanto, y para afianzar más eficazmente la libertad, la propiedad y la seguridad individual, que son los elementos de toda sociedad bien organizada, se observasen las leyes existentes, con la inclusión de la Constitución española, y se conservasen las autoridades establecidas…

En el primer inciso se hace una declaración de emancipación de la Metrópoli con una condición: que el sistema de la independencia no estuviera en contradicción con la “libertad civil”. En el segundo inciso se esclarece con precisión que Yucatán haría la proclamación solemne de su independencia hasta que quedaran claras las bases de la nueva nación. El tercer inciso no deja dudas: declara que mientras se elucida la situación Yucatán seguirá respetando las leyes vigentes, inclusive la Constitución Española , y a las autoridades constituidas.

Bajo la lógica más elemental no se puede aceptar que la declaración del 15 de septiembre es una de independencia. A lo sumo se puede decir que se protestó una intensión de independizarse de España siempre y cuando las condiciones fueran favorables a Yucatán. Para no dejar duda las autoridades declararon que en Yucatán el orden seguiría igual, respetando las leyes de la Corona. La Independencia de México se consumó el 27 de septiembre de 1821, por lo tanto Yucatán no pudo unirse a algo que no existía el 15 del mismo mes. El silencio de los parlanchines es revelador: la declaración solemne de independencia de España se hizo el 2 de noviembre de 1821. En Yucatán nunca hubo un ánimo favorable para la independencia, tanto que hasta recelamos del acta definitiva por lo que perjudicaba nuestro comercio con Cuba. A partir de algún momento el centralismo mexicano impidió destacar nuestra declaración condicionada de la independencia, y nuestra proclamación de obediencia a las leyes españolas hecha un 15 de septiembre de 1821. Preferimos festejar el Grito de Dolores. Verdad es que con coherencia tendríamos que revisar los puntos de la sesión de 1821 a la luz de la actualidad.