Las torres de departamentos llegaron a Mérida como una presunta muestra de modernidad. No aparecen como parte de un plan de repoblación de espacios urbanos : están, en su mayoría, en la periferia. En adición a todo esto conviene hacerse dos preguntas: ¿Qué sucederá en casos de ciclones? Y ¿Qué seguridad se tiene frente a incendios? Los ciclones elevan la velocidad del viento y hacen un efecto de succión: rompen los cristales y succionan todo lo que hay a dentro; es probable que se logren evacuar las torres , pero el mobiliario quizás vuele por los aires. Posiblemente para ver los efectos no se necesite un ciclón, bastará con una tormenta tropical. No se percibe que el diseño arquitectónico tome en cuenta los efectos de un ciclón. Pero no es lo mismo destrozar un hotel que los departamentos que son el hogar de las familias. El caso de los incendios no deja de intrigar. Los bomberos de la ciudad no cuentan con el equipo para enfrentar un incendio a partir del tercer piso, o quizás desde antes. Ni los extinguidores ni las rutas de evacuación pueden evitar una tragedia.
Los casos citados ameritarían una explicación en la publicidad. Los diseños , o las medidas de protección, podrían anunciarse para informar a la gente que compra sin considerar estos riesgos. Se requiere una cultura de los edificios , toda una preparación. No se trata de impulsarlos solo porque se puede edificar en menor espacio o porque eso nos da un estilo de vida Neoyorkino. Hay que impulsarlos con todo lo que se requiere para que sean una opción de vida.