Los grandes aliados de los malos desarrolladores son los dizque asesores inmobiliarias. La plusvalía, que es el primer paso para la especulación, los desarrollos que mutan la conectividad, la sustentabilidad y el nivel humano, por el paisaje o la publicidad; las casas que no tienen ninguna calidad y sí violaciones básicas como la falta de conciliación con el medio ambiente ,encuentran en los malos asesores inmobiliarios sus cómplices. Como sucede siempre entre esos improvisados hay una combinación de mala fe-por interés- e ignorancia. Como suele ocurrir frente al daño que hacen hay dos posiciones: desacreditarlos con el trabajo de los verdaderos profesionales o denunciarlos públicamente. La realidad es que mientras el sector no se profesionalice seguirá operando en las márgenes. Los grande proyectos urbanos de Mérida se hacen prescindiendo de los vendedores y asesores inmobiliarios por su falta de profesionalismo y por el poco respeto que tienen ante la comunidad. El problema es más grave: quien vende una casa vende un pedazo de Mérida, de ahí que el Ayuntamiento se preocupe mucho porque se eleve el nivel de la asesoría  inmobiliaria en Mérida. Crear una cultura inmobiliaria que no existe condición que ha desquiciado la ciudad y amenaza con proseguir con sus daños. Los “ambulante” o “callejeros” que son los vendedores simples, los que “muestran ” casas, no han desaparecidos por el advenimiento del internet , la razón es muy sencilla: ocupan el lugar de los asesores y así el panorama se ha vuelto más crítico. Es imprescindible que esta situación cambie . Quizás es necesario aplicar las dos posturas: denunciar y anunciar que hay una nueva categoría de profesionales capaces de orientar sobre el valor y el precio, sobre la condición financiera del inmueble y sobre los impuestos mismos, entre otras tantas cosas.