El miedo a la inmigración no es tan frívolo como se cree. Quizás sus orígenes estén en la idea misma del Mayab. El mito fundacional de esta tierra supone que es la tierra de los “que no son muchos”. La inmigración de foráneos podría revertir esta condición y hacer desaparecer el Mayab. Es más, existió  una concepción sobre la presencia de los españoles en nuestra tierra, la tenía Cecilio Chí: “sus pisadas ofenden a nuestra sagrada tierra, por eso se tienen que ir” . Jacinto Pat, el otro gran líder de la Guerra de Castas , no opinaba así porque asumía que habían pasado las dos razas tanto tiempo juntas , trescientos años, que no se podían ver como ajenas. Pero los inmigrantes actuales no tienen esa propiedad , sino que son simples advenedizos que están perturbando la liturgia de la vida en el Mayab, liturgia muy diferente a la de otros lados. De suyo el recelo se extiende a todos los inmigrantes , hasta los extranjeros. Claro que la animosidad es más severa para los procedentes  del altiplano. A algunos les produce cierta angustia advertir que el Mayab está en  riesgo. Los conocedores dicen que nunca tendremos una inmigración masiva porque no ofrecemos trabajo que es lo atrae a más gente. Ofrecemos calidad de vida y eso es para quien ya tiene resuelto su problema económico. Así que los agobios son un tanto exagerados. Por el contrario hay un enriquecimiento por los visitantes y los estudiantes que pasan largas temporadas en Mérida. La vida rebasa al futuro y muy pronto advertiremos la realidad en torno al espíritu del Mayab, que puede estar más amenazados por sus hijos que por los inmigrantes.