Puertos Yucatecos

Texto leído por Gonzalo Navarrete Muñoz en la reunión de puertos de la Asociación de Puertos de la OEA celebrada en la ciudad de Mérida.

Muy buenas tardes:

Los mayas de la antigüedad necesariamente tenían que ser navegantes pues por mar era la manera en que se vinculaban con el exterior. Esto a pesar de que la etimología de la voz Mayab significa: «no eran muchos», y dice la leyenda que no lo eran… «porque eran los hombres puros y santos… y en esta tierra fueron pues no vinieron de ninguno de los puntos de la tierra… aquí los hizo aquel cuyo nombre re se dice suspirando».

El escritor mexicano Carlos Fuentes ha dicho que en alguna ocasión pretendió escribir una novela que narrara la travesía de los mayas a través del Atlántico hasta llegar a España, ocurriendo esto en la ficción años antes del primer viaje confundido del marino más famoso de la historia de la humanidad: Cristóbal Colón. Lo cierto fue que en uno de sus viajes Colón encontró a una expedición comercial maya que se desplazaba a lo que es hoy Centroamérica.

Muchas cosas debieron sorprender al gran aventurero que fue Colón, habiendo una que la historia ha consignado en forma especial: las mantas de algodón que llevaban los mayas y que les parecieron a los europeos tan finas como sedas. Según consta en la crónica de los primeros españoles que se asomaron por esta tierras las mujeres que habitaban en los poblados cercanos a las costas solían cubrirse la parte superior del cuerpo siendo que aquellas que vivían tierra adentro andaban desnudas de las regiones superiores. Ya se sabe: hasta el advenimiento del ferrocarril, las carreteras y ya en el siglo XX la aviación, en nuestros puertos palpitaba la moda, como expresión de universalidad, por que estaban abiertos al mundo.

Tiempo después un papa, Alejandro VI, presionado por la Reforma de Luttero, dividió el Nuevo Mundo entre España y Portugal mediante una Bula: la Histórica Intercoeteritis. Fijémonos que desde hace más de quinientos años América es «el continente de la esperanza». Los españoles conquistaron y levantaron las grandes ciudades que hasta hoy nos asombran, los ingleses fueron más prácticos: ocuparon pequeñas islas para intensificar su comercio desde ellas.

En los tiempo de la Colonia, y hasta mediados del siglo pasado, Yucatán comprendía los tres estados de lo que hoy es la Península y el puerto de de Campeche era uno de los dos puertos importantes del llamado Seno Mexicano, el otro, desde luego, era Veracruz. Los dos eran puertos sumamente significativos en el Nuevo Mundo. Campeche tenía una intensa relación con los puertos de España y la Habana. Belice, el antiguo Wallix o Wallis, era asiento británico y desde él eran traídos a Campeche, para ser introducidos al resto de l Nueva España, los productos británicos. El movimiento de Campeche debe contemplarse no solo con los datos oficiales, sino también con los extraoficiales que eran de suma importancia.

Tengo el agrado de comunicarles fraternalmente a nuestros visitantes de Belice, si es que no lo han oído todavía, que en alguna ocasión los ejércitos de su Majestad Católica desalojaron temporalmente a los súbditos de sus Majestad Británica de Belice, tan rico para el cultivo de Palo de Tinte. Un gobernador y capitán general de la Provincia, para celebrar esta victoria, decidió levantar una finca que llevara por nombre Wallis, los terrenos de aquella heredad conmemorativa son hoy una colonia de esta ciudad de Mérida y el nombre y el área urbana para nosotros representan una declaración de la historia entrañable de nuestros pueblos.

En los alrededores de Can-Cún, que en los tiempos de la Colonia era un rancho -y así se denominaba- así como en Isla Mujeres había un intenso movimiento de los celebres piratas Laffite, aquellos que fueron los grandes mercaderes de esclavos negros en la Luisiana y en todo el sur de los Estados unidos y que ondeaban en sus barcos la bandera de la República Libre de Cartagena por las alianzas que tenían con el libertador Simón Bolívar, así como la tenían con Morelos. De suyo, uno de los dos hermanos Laffite, Pedro, está enterrado en el puerto yucateco de Dzilam a donde llegó tras un recio combate con los ejércitos coloniales de Yucatán que tuvo lugar en la bella Isla Mujeres.

La marina de Yucatán llegó a ser tan importante que cuando nos negamos a firmar el Acta de Independencia, porque prohibía el comercio con España y sus dominios, y nuestro comercio en aquel entonces con Cuba era muy intenso, el gobierno central de México se sentía un tanto inquieto por la fuerza de nuestra flota marítima.

A mediados del siglo XIX Campeche se erigió como estado independiente y entonces el antiguo puerto de Sisal cobró importancia. Cuando el cáñamo de Rusia y el Abacá de Manila empezaron a ser desplazados en el mercado norteamericano por el henequén, fibra dura de origen yucateco, el mundo entero la empezó a llamar como hasta hoy se le conoce: Sisal, dado a su puerto de origen. Mudanza común: existen denominaciones de Liverpool, el Havre, Nueva York, San Thomas, y quizás la mas universal en estos días: la hamburguesa, entre otras muchas.

El puerto al ser entrada y salida también sirve para nombrar lo que entra, lo que sale y lo que hay atrás. A mediados del siglo XIX Sisal ya no era cómo como puerto principal de Yucatán así fue como tres hombres de empresa recorrieron la costa en busca de un punto para fundar un nuevo puerto al que dieron por nombre el Progreso, pues esa es la esperanza que depositarían en él. Progreso es un puerto nuevo, creado como tal. Sin embargo desde el primer momento se presentó lo que a través de los años sería su gran debilidad: las condiciones del fondeadero, es decir su calado. Pero nadie puede acusar a los fundadores de Progreso de haber actuado a la ligera: contrataron los servicios de dos marinos expertos para determinar si las condiciones eran favorables o no. El dictamen fue favorable, y si bien es cierto años después el calado no significó problema alguno no es menos cierto que pasado el tiempo se convirtió en la gran debilidad. A poco de haberse abierto al cabotaje y a la altura Progreso tenía un gran movimiento.

Finalmente desde él empezó a salir henequén o  Sisal, que fue en una época el producto de mayor exportación de México. Llegaban a Progreso las líneas navieras: Alexandre & Sons, que luego se convertirían en la New York & Cuba Mail Steamship Company, que también fue conocida como la Ward Line. Esta compañía hizo a lo largo de medio siglo un recorrido semanal entre Progreso, La Habana, Nueva York y Veracruz llevando carga y pasajeros.

También llegaban a los puertos yucatecos los vapores  de la compañía española del marqués del Campo que hacían viajes entre Frontera, Progreso, La Habana, San Juan de Puerto Rico, Barcelona, La Coruña, Santander y Liverpool. Hacían travesía entre puertos mexicanos del Golfo y los Hamburgo y El Havre la línea Mala Imperial Alemana.

Desde luego que también llegaban los barcos de la muy célebre Hamburg Amerikan Line. Llegaban también los vapores de Compañía Trasatlántica Española, Knotts Prince Steamship Line, que prestaba servicios entre los puertos del golfo de México, Nueva Orléans y los puertos europeos de Amberes, Glasgow, Barcelona, Génova, Liorna, Málaga y Marsella. La Muson Line hacía el servico entre Progreso, Nueva Orleans y Mobila.

Arriba a Progreso para prestar sus servicios la West Indian & Pacific Line, la Harrison Line y la española Pinillos Izquierdo y Cía, estas empresas navieras conectaban a Progreso con Amberes, El Havre, Burdeos, Bilbao, La Habana, Veracruz y Tampico.

Mención aparte ha de merecer siempre la Atlantic Mexican Gulf Steamship Company que hacía conexión con los ferrocarriles Mobila & Ohio, Luisville y Southern Railway, a través de los cuales se ofrecían boletos de pasaje directo Progreso Nueva York por 50.50 oro americano; a Chicago por 47.50; a Nueva Orleans por 29.75; a San Luis por 42.35; a Washington por 46, entre otras poblaciones de los Estados Unidos.

Todas estas compañías son capítulos de la historia común que tenemos los aquí presentes. No debe dejar de mencionarse que Yucatán tuvo su propia línea naviera: la Yucatán Line Steamship Company. A Yucatán llegaba una gran variedad de productos de Europa y de América y salían, a parte del henequén: azúcar para Nueva York y Londres; almidón para la Habana y Belice; Conchas para Nueva York, cigarros para Liverpool; Palo de Tinte para Nueva York, Hamburgo y Liverpool; sombreros de paja para Nueva Orleáns, entre otros productos y destinos.

Desde principios del siglo XX un caballero norteamericano asociado con otros yucatecos fundaron una compañía turística que ofrecía viajes a Yucatán llamándolo «El Egipto de América».

El henequén empezó a dejar de tener presencia en el mercado internacional, los gobiernos volvían a implementar las medidas proteccionistas y la marina mercante se transformaba en el mundo, todo esto afectó la actividad en Progreso.

Son curiosas las paradojas de la historia: los muelles del siglo XIX y de los primeras años del siglo XX eran muy cortos, de poco alcance, sin embargo de un febril movimiento; pero en el año de 1936 se inició la construcción de un gran muelle al que se le llamó por años «El Muelle Nuevo», que a pesar de su profundidad nunca tuvo el movimiento de los pequeños-grandes muelles del pasado.

Esto engendró poco entusiasmo y su consecuente escepticismo, cuando, a mediados de los ochenta del siglo XX, planteó la necesidad de construir una ampliación que llevara el muelle cuatro kilómetros y medio mar adentro. Una década después fue necesario hacerle algunas adecuaciones aumentándole medio kilómetro más, lo que ha dejado la terminal remota a siete kilómetros de la playa.

Esto, aparentemente, y hasta ahora, nos proporciona un raro privilegio: tenemos uno de los muelles más largos del mundo. Sin embargo en los últimos veinte años los yucatecos hemos visto en forma concreta, y por tanto podemos dar testimonio, algo que todos ustedes saben muy bien: lo que se hace en los puertos se hace por los pueblos.

El Chilam Balam, el libro sagrado de los mayas, habla del poder que tienen las cinturas de las piedras de Yucatan para hablar: Las dos últimas ampliaciones de nuestro muelle se realizaron arrojando piedras al mar; y si esas piedras algo tendrían que decirles un día como hoy eso sería la palabra «amistad», porque finalmente eso es el muelle de Progreso: un brazo sobre el mar tendido al mundo.

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